Con goles de Lucas Alario, Carlos Sánchez y Ramiro Funes Mori, El Más Grande venció 3-0 a Tigres en el Monumental y, tras 19 años de espera, logró su tercera Copa Libertadores en una noche tan lluviosa como emotiva e inolvidable.
Abrazos con familiares y los desconocidos ya no tan desconocidos de siempre. Lágrimas de alegría. Lágrimas de emoción, palpitaciones. Piel de gallina, erizada como nunca. Sensaciones imposibles de explicar o describir, es cuestión de experimentarlas para poder entenderlas. El sueño se hizo real, River es el campeón de América. El dueño futbolístico del continente, tras diversas etapas difíciles. Ahora cada gotita proveniente de los ojos es por felicidad, por ver al Más Grande en la cima, con miles de hinchas en casa a puro delirio y otros millones celebrando en distintos puntos del país y el mundo. La pasión excede fronteras, la alegría es Monumental.
Un 5 de agosto, pero de 2012, comenzó todo de nuevo. El Millonario volvió al lugar del que jamás se debería haber ido. Sufrió un golpe paradójicamente contra ese rival que le dio el último empujón. Fue toda una señal para comprender lo difícil que sería acomodar la historia. Poco a poco, se enderezó. Hubo que ponerle el pecho a tres torneos antes de dar una vuelta olímpica en el Torneo Final 2014, de la mano del siempre ganador Ramón Díaz, que en seis días consiguió la Copa Campeonato y dijo adiós. Cuando el panorama generaba incertidumbre, Marcelo Gallardo llegó para potenciar al equipo heredado. Le inculcó su sello. Lo hizo sólido, casi invencible. Campeón de la Copa Sudamericana, ratificó su poderío en la Recopa y esta noche conquistó América al levantar la Libertadores.
Ante Tigres, en esta inolvidable final, River lució el manto sagrado con su grandeza de toda la vida. Afrontó el partido con carácter en un primer tiempo durísimo, bajo la lluvia. Luchó en cada rincón del verde césped -esta alegría es para vos también, Angelito Labruna- para darle combate a un adversario sumamente aguerrido para la ocasión. Asumió el protagonismo desde el principio, aunque fue complicado tener profundidad porque los espacios realmente no sobraban.
Hubo presión de un lado y del otro. Demasiada pierna fuerte. Fricción de máxima pureza. En ese contexto, André-Pierre Gignac desperdició dos chances claras. Ramiro Funes Mori se recompuso de un error para impedir que rematara, mientras que en la siguiente acción no definió un desborde de Jürgen Damm. River, que tan sólo tuvo un tiro desviado de Fernando Cavenaghi al principio y otro con la misma suerte de Leonel Vangioni, se puso en ventaja menos lo esperaba.
A los 44 minutos de la etapa inicial, cuando el entretiempo prometía incertidumbre, Vangioni escaló por la banda izquierda y envió un hermoso centro para que Lucas Alario, desmarcado y autor del trabajo sucio hasta ese momento, cabeceara de forma tan potente como preciso a la derecha de Nahuel Guzmán. Golazo y delirio absoluto en el Monumental, bajo un auténtico aguacero.
En el segundo tiempo, consciente de la diferencia obtenida, River redujo espacios. Fue un equipo muy corto. Cada balón lo dividido lo beneficiaba. El tiempo era un aliado importante, sobre todo porque el clima entorpecía todo y la fricción continuaba siendo moneda corriente ante la desesperación visitante, expuesta en el penal que Sánchez sufrió y transformó en gol. La Libertadores ya se vestía de rojo y blanco. El cabezazo de Funes Mori directamente la cristalizó con un cuarto de hora por delante. Le dio el festejo anticipado a todo el Monumental. Hasta que llegó el pitazo final. El desahogo, ese llanto de felicidad eterna. El grito contenido, el “dale, campeón” tan deseado durante 19 años.
De la altura excesiva de Oruro al cabezazo de Alario. De la radio para escuchar Juan Aurich-Tigres al penal convertido por Carlos Sánchez y el famoso gas pimienta. De las dudas en casa contra Cruzeiro al increíble Mineirazo. De la vaselina de Rodrigo Mora al pase mágico de Tabaré Viudez en Asunción. Del Monumental a todo el continente. ¡River es el campeón de América! ¡El campeón más poderoso de la historia! ¡El dueño de los trofeos continentales! Abrazate, festejá. Creélo. El Millonario conquistó América y en diciembre irá por el mundo entero en Japón, tal vez frente al temible Barcelona. Aunque no tan temible como este River multicampeón, que ya entró en el libro dorado para siempre.
+ Jugador x Jugador del partido consagratorio