Hay partidos que pasan a la historia por una jugada, un gol o un fallo arbitral. En algunos casos, por el colorido de las tribunas, por el desarrollo cambiante o por alguna situación fortuita que terminó sentenciando el resultado. Nada de esto pasó con el superclásico que disputaron River y Boca en la Bombonera por el encuentro de vuelta de los octavos de final de la Copa Libertadores 2015.

Luego de la victoria de River en la ida en el Monumental (1-0 gracias al gol de penal de Carlos Sánchez a pocos minutos del final), el millonario llegó al estadio Alberto J. Armando con la posibilidad de hacer historia. Además de la ventaja mínima, tenía la posibilidad de anotar y sacar provecho en aquel entonces del gol de visitante. El local, por su lado, sabía que estaba a solo un tanto de empardar la serie. Estaba todo dado para que fuera un partidazo.

Sin embargo, lo que debió ser una fiesta terminó en un verdadero bochorno. Tras 45 minutos muy buenos de River desde lo táctico y estratégico, logrando neutralizar a su rival y jugando bien lejos del arco de Marcelo Barovero, la vuelta al campo de juego para el segundo tiempo fue un papelón. Los hinchas locales arrojaron a través de la manga que daba al vestuario visitante un líquido de preparación artesanal, que sólo un tiempo después se supo de qué se trataba. Lo cierto es que los futbolistas millonarios saltaron a la cancha con los ojos irritados y en algunos casos, con dificultades para poder cambiar el aire y respirar con normalidad.

Sólo el paso de los días permitió esclarecer de qué se trató. Las imágenes televisivas confirmaron que el personaje involucrado era un hincha conocido como “El Panadero” y que el líquido arrojado sobre los jugadores de River fue parte de “un chiste que salió mal”, tal como admitió el propio presidente de Boca, Daniel Angelici. Un acto de cobardía inaudita, que terminó en suspensión, abandono y eliminación. El equipo el Muñeco avanzó a cuartos y al final del recorrido se terminaría consagrando campeón de la Copa Libertadores, pero esa es otra historia. Siete años después, aquel 14 de mayo de 2015 todavía se sigue recordando como lo que fue: un papelón mundial.