Después de 19 años que se hicieron largos, un 5 de agosto River volvía a estar en el escalón más alto del podio de América. Luego de un contundente 3-0 frente a Tigres de México en el Estadio Monumental, Marcelo Gallardo conseguía su primera Libertadores como técnico, y la tercera de la historia del club. Y para rememorar aquella lluviosa noche, las redes sociales del club juntaron a Lucas Alario y a Leonardo Pisculichi para charlar un ratito sobre la histórica jornada.

La definición ante los mexicanos se encontraba cerrada y sin llegadas de peligro sobre las áreas. Sin embargo, apareció el Pipa para abrir el marcador. "Fue de película, la lluvia, el ambiente que había cuando estábamos por ingresar al campo de juego, la cancha explotaba, son sensaciones difíciles de explicar", recordó el delantero del Bayer Leverkusen. Y agregó: "Faltaba el minuto de adición, Nico Bertolo peleó una dividida, Leo Ponzio se la cambió al Piri Vangioni que hizo una jugada bárbara con caño incluido y fui ingresando al área, le levanté la mano para que me la tire al segundo palo, pero vi que se le fue larga y piqué para el primer palo y el centro me cayó justo. Después fue todo cuello y ahí le metí el cabezazo y al llover tanto la pelota picó y salió más fuerte".

Entre sonrisas y gratos recuerdos, Piscu rememoró cómo fue el ver la pelota dentro del arco luego del cabezazo del delantero. "Fue increíble cómo explotó la gente", relató el volante. Y Alario detalló: "Las sensaciones fueron tremendas porque estaba mi familia que era su primera vez en la cancha de River. Un momento muy lindo y el más recordado de toda mi vida".

Por otro lado, ambos volvieron el tiempo atrás de manera imaginaria y describieron el plantel con el que se convirtieron como los mejores del continente. "Los entrenamientos eran como partidos, realmente me sorprendió", dijo el actual mediocampista del Burgos. Si bien remarcó que había una buena química en el grupo, había un jugador que sobresalía sobre el resto a la hora de ponerle onda al vestuario: el Pity Martínez. "Te hacía cagar de risa, se hacía dueño del parlante y de la música. Encima le agarraba las locuras hasta en los entrenamientos. Lo re cagaban a patadas los chicos", graficó entre risas.