Ganó River jugando un buen partido. Mejor en el primer tiempo que en el segundo. Eso es cierto. Sin embargo, el resultado esta justificado, nunca corrió peligro y terminó quedando corto. Fue 2 a 0 pero pudo haber convertido tres o cuatro goles más. Tuvo muchas situaciones que entre los palos, remates desviados, imperfecciones en la definición y alguna intervención del arquero, no pudieron transformarse en ese gol más que River buscó y mereció.
El equipo mostró dos caras. La de los 45 minutos iniciales que mostró superioridad y autoridad para marcar la diferencia que todos sabemos que existe entre un equipo y otro. Cumplió con la expectativa previa al partido, jugo bien y se fue al vestuario con la diferencia ganadora de dos goles. En los 45 minutos finales se vio lo más flojo del equipo. No pudo ampliar el resultado. Disminuyó la intensidad del juego. Como si el bajo status del rival le hiciera creer que el partido estaba ganado y el esfuerzo podía regularse. De ser así, es un error peligroso. Porque cedió dominio, permitió que el rival se sienta más cómodo y se anime un poco más. De no ser por las limitaciones que mostró el conjunto mendocino hasta pudo darle algún susto.
Aún así River tuvo situaciones para ampliar el resultado. Hubiese sido lo más justo, pero no lo consiguió. Dejando los números finales en ese 2 a 0 que sirve para interrumpir una larga racha sin triunfos y recuperar la punta en la tabla de posiciones, pero que debió ser más amplio para dejar otra imagen final y redondear una actuación mas satisfactoria.
Ambiente raro en el estadio Monumental
Fue una noche especial la del Monumental. De ambiente raro. Ni siquiera un gol de Unión, que significaba una nueva derrota de Boca minutos antes del inicio del partido logró cambiar el clima. Por primera vez se escucharon algunos silbidos para el entrenador cuando la voz del estadio dio la formación.
Luego se sintió el murmullo para algunos jugadores durante el partido, se cantó por el regreso de la barra brava, se insultó al plateísta que se retiraba unos minutos antes y terminó con aplausos para despedir al equipo una vez que se iba al vestuario y el triunfo ya era una realidad. Sin importar que sea día de semana ni el horario tardío, el hincha de River copó una vez más la cancha. Se hizo sentir con su aliento y empuje pero no se lo veía feliz.
Se habla por estos días de una vara alta. De apuntar a una excelencia futbolística. De un paladar que exige rendimientos sobresalientes y resultados positivos. River siempre fue un club diferente al resto en ese sentido. Es su sello distintivo. No solo pensar en el resultado sino también fijarse en las formas. Sin embargo hoy parece más histeria que exigencia. Hay enojo hasta por el color de las butacas de un Monumental que es la envidia de todo el país.
Al hincha nada parece convencerlo. River viene de obtener 2 títulos. El equipo actualmente va puntero. Es el que más goles convirtió, el único invicto del fútbol argentino, no pierde hace 14 partidos y está clasificando a la fase final de la Copa de la Liga. Sin embargo hoy nada de eso parece servir. Está claro y se sabe que el rendimiento está muy lejos de lo que se pretende. Eso no se discute. River jugó por debajo de lo pretendido. Pero mientras tanto se está recorriendo ese camino de búsqueda con buenos resultados. En otras épocas flacas se apoyó, se aguantó la mala y se acompañó desde afuera para salir adelante. Actualmente el disgusto se hace sentir con mucha más facilidad. Se banca poco. Se enoja bastante.
Que Martín Demichelis no entró en la gente se comprueba fácilmente. Que la gente quiere a Marcelo Gallardo en el banco también se sabe. Pero el Muñeco se tomó su merecido descanso y no tiene a River entre sus prioridades actuales. Demichelis, con errores y todo, logró llevar adelante esta difícil transición con títulos y alegrías superclásicas. Tendrá que mejorar y seguir ganando para conseguir el cariño de la gente, pero mientras tanto River se juega en poco tiempo partidos decisivos.
Independiente en Avellaneda y la final frente a Estudiantes en Córdoba por otra estrella son momentos claves del semestre. Sería bueno respaldar. Está en la voluntad del hincha poder sumar desde afuera y no boicotear este presente, ni destruir lo que se construyo hasta acá. Porque, aún en una etapa de confusión futbolística, hay cosas positivas para remarcar. El equipo tiene una idea, que a veces sale y otras no, pero se nota que quiere ser protagonista en cualquier cancha y contra cualquier rival teniendo un juego de estilo ofensivo. Como marca la historia.
Los segundos tiempos: el déficit de Martín Demichelis
Posiblemente al DT le resulten más los planteos y formaciones iniciales que los cambios que mete en el partido. Por eso muchas veces elogiamos los primeros tiempos y criticamos los complementos. Eso deberá corregirse. A nivel indivual también se pueden destacar aspectos positivos. Franco Armani puede cometer algún error cada tanto pero otra vez esta en un muy buen nivel. Paulo Díaz la rompe toda. Rodrigo Villagra está dejando buenas sensaciones. Rodrigo Aliendro levantó. Cuando la pelota la tiene el Diablito Echeverri hay sensación de que puede pasar algo lindo y Miguel Borja está intratable.
Miguel Borja está intratable: es el mejor delantero de la Copa de la Liga
Y aquí bien vale la pena detenerse para decir las cosas como son. Quizás no tenga una magnifica trayectoria en Europa ni etapas brillantes en Mundiales o Copa América con su Selección, ni tampoco las luces mediáticas de otros. Pero sí tiene algo que es vital y fundamental para estos tiempos: su vigencia. La actualidad de Borja es sensacional. Está con el arco abierto. Hace goles todos los encuentros. Gravita en los trámites de los partidos y está jugando realmente bien. El Colibrí está vigente. En una edad plena y con una actualidad que lo convierte en el mejor delantero de la Copa de la Liga. River cuenta con ventaja teniéndolo en su equipo. Con solo asistirlo, él se la rebusca para anotar. Dentro del área es el 9 que tiene los mejores recursos para definir. Pelota que toca, pelota que va adentro. Es el goleador del fútbol argentino con nueve tantos. Muy lejos del resto. Anotó en seis partidos diferentes. Consiguió un hat-trick ante Vélez y todos sus goles fueron sin necesidad de patear penales.
Virtudes y atributos de un delantero que le hace ganar partidos a su equipo. Por todo esto Borja hoy es el extranjero más importante que tiene el fútbol argentino. Sin ningún tipo de dudas.