River ganó y… eso. Ganó y punto. Le alcanzó con enchufarse en el primer tiempo para despachar a Independiente Rivadavia con un doblete de Miguel Borja. Parecía que iba a ser una noche repleta de goles y finalmente el Millonario terminó conformándose con esos dos tantos del Colibrí, levantó el acelerador en el complemento y nuevamente dejó algunas dudas.
El equipo no estuvo lúcido para definir todos los ataques que tuvo en la primera parte y en el segundo tiempo se planchó, tal como le pasó ante Talleres, ante Banfield y ante Boca. Un dolor de cabeza que se viene repitiendo fin de semana tras fin de semana y que preocupa tanto a Demichelis (responsable) como a los hinchas.
Lógicamente que el triunfo fue justo, pero Independiente Rivadavia llegó bastante en los últimos 45 minutos y eso despertó el enojo lógico de Franco Armani. Hay una merma física y de concentración en el equipo que aflora en los segundos tiempos y que con otros rivales puede pagarse caro.
Paulo Díaz volvió a tener un partidazo, Casco cumplió y el resto de los del fondo tuvieron un rendimiento discreto: Herrera alternó buenas y malas, Boselli tuvo un partido cinco puntos y Fonseca estuvo bastante errático en salida, sumado a que los que entraron no le pudieron dar afinidad ni una mejor sintonía al equipo.
Por lo hecho en la primera parte el resultado se quedó corto, por lo hecho en el segundo tiempo podría haberlo pagado claro contra otro tipo de rival (como Talleres el fin de semana pasado). River tiene los cimientos hace ya un tiempo, pero todavía no construyó ese equipo confiable y eficaz que toda la gente quiere ver.