Una vez más, el Pipa fue determinante para que River pudiera ganar un partido importante, debido a que marcó el gol del triunfo contra Emelec. Además, participó en el tanto del empate parcial y cumplió un papel clave para el equipo.

Es la carta más importante de River. Aunque Marcelo Gallardo construyó un equipo que funciona como tal, Lucas Alario es el ancho de espadas, la figura de mayor valor e importancia. Puede pasar uno, dos o tres encuentros sin gritar, pero cuando la necesidad crece, él aparece para ofrecer la solución requerida.

Esta noche, en Guayaquil, el Pipa fue determinante. Más allá del gol a los 35 minutos del segundo tiempo para el 2-1 definitivo, tras un pase del siempre perseverante Rodrigo Mora, el atacante santafesino también intervino en la acción del 1-1 parcial: bajó la pelota que Jorge Moreira luego transformó en gol.

Como si fuera poco, Alario aportó su movilidad habitual en el circuito ofensivo, arrastrando marcas, inquietando en todo momento y generando posibilidades. Una de ellas culminaba en gol, pero lo encontró unos centímetros adelantado, mientras que en otra definió sin la potencia ni la dirección adecuada.

El repertorio del ex-Colón también tuvo algunos rechazos de cabeza para despejar los envíos de pelota parada que efectuó Emelec. Una vez más, el atacante de 24 años fue figura. Lleva nada menos que 36 goles en 66 partidos oficiales para River. Es el ancho de espadas y la carta que todos desean tener.

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