River salió al Eva Perón con un once inicial inédito y con una serie de particularidades interesantes: jugó con una línea de tres en el fondo la cual estaba integrada por volantes centrales, los laterales jugaron bien adelantados por lo que el equipo atacó con cinco jugadores casi de manera permanente –teniendo en cuenta a Girotti, Romero y Carrascal- y en la mitad de la cancha el equilibrio lo aportaron Enzo Fernández y Agustín Palavecino, que jugó un gran partido. El Muñeco recurrió a esta formación de emergencia ya que no pudo contar con varios de los habituales convocados ya que algunos se encuentran recuperándose de sus lesiones y otros fueron convocados para sus respectivas selecciones.

Para colmo el encuentro ante Sarmiento comenzó con un gol tempranero del local que dejó expuestas las falencias defensivas lógicas de un equipo que jugó con tres volantes como centrales. Pero lo bueno fue que River no se desesperó, jugó tranquilo y volvió a tener el control del partido rápidamente. A los 34 minutos llegó el premio a la perseverancia y Jorge Carrascal igualó el partido con un golazo al ángulo. En la segunda mitad el Millonario siguió dominando pero no podía encontrar la ventaja que merecía hace tiempo. Pero todo esfuerzo tiene su recompensa y Enzo Pérez convirtió con el tiempo ya cumplido y River se trajo 3 puntos fundamentales a Núñez, además volvió a dar vuelta un partido luego de 20 oportunidades sin poder hacerlo.

La coincidencia con la noche épica en Porto Alegre

La última vez que el equipo de Marcelo Gallardo había ganado un partido agónicamente fue el 30 de octubre de 2018 ante Gremio en porto Alegre y curiosamente fue si el Muñeco en el banco de suplentes. River y el conjunto que por entonces dirigía Renato Gaucho se enfrentaban en el marco de la semifinal de la Copa Libertadores 2018. La ida en Núñez había quedado en mano de los brasileros por 1 a 0 y el panorama en la revancha no pintaba nada bien para el Millonario. Los locales se pusieron en ventaja en el primer tiempo y tuvieron la posibilidad de ampliar la ventaja en el complemento pero Franco Armani –como tantas veces- se puso la capa y se transformó en un superhéroe y logró impedir la caída de su arco.

A falta de 10 minutos, Rafael Santos Borré igualó de cabeza y volvió a meter a River en la serie, con un gol más pasaría a la final –por tener más goles en condición de visitante- y finalmente terminó sucediendo, pero como en una película de suspenso, no fue tan sencillo. River atacaba incansablemente e Ignacio Scocco remató desde afuera del área, la pelota se desvió y el árbitro Andrés Cunha dio córner. Pero como los jugadores del local estaban más preocupados por hacer tiempo que por jugar, desde el VAR revisaron y la pelota había dado en la mano de Bressan adentro del área y por eso el juez cobró penal.

Del mismo se encargó Gonzalo Martínez que lo convirtió a los 95 minutos y con ese tanto el Más Grande hizo historia en Brasil, se clasificó a la final de la Copa Libertadores. Lo que sigue es historia conocida, Boca había dejado en el camino a Palmeiras en las semifinales y por primera vez en la historia el torneo más importante del continente se definiría entre los dos clubes más populares de Argentina. La ida terminó 2 a 2 en la Bombonera y la vuelta 3 a 1 en el Bernbaéu a favor del Millonario que obtuvo su cuarta Libertadores, lo hizo ante los ojos del mundo y ante la atenta mirada de su clásico rival. Historia pura.