El recorrido de River en la Copa Libertadores 2018 estuvo lleno de obstáculos y de situaciones insólitas. Sin embargo, el equipo de Marcelo Gallardo fue sorteándolas una por una. Luego de una fase de grupos en el que superó sin inconvenientes a Flamengo, Independiente Santa Fe y Emelec, le tocó enfrentar a Racing en octavos y a Independiente en cuartos de final. Dos llaves que tuvieron un denominador común: igualó sin goles en condición de visitante en la ida y que terminó cerrando la clasificaciónen casa, con dos victorias contundentes.

Si bien el elenco del Muñeco atravesaba un buen presente, en las semifinales se topó con Gremio, el último campeón de la Libertadores y el equipo más fuerte de Brasil en aquel entonces. En el encuentro de ida en el estadio Monumental quedó demostrado: los dirigidos por Renato Gaúcho vencieron 1 a 0 gracias al tanto de cabeza de Michel a los 15 minutos del segundo tiempo y le quitaron a River el invicto de diez partidos en el certamen. Había que ir a Porto Alegre a dar vuelta la serie, con todo lo que eso implicaba.

El partido de vuelta se calentó ya desde la previa, por la verborragia de algunos protagonistas de Gremio, especialmente de su DT. Para colmo, CONMEBOL había decidido sancionar a Marcelo Gallardo por un incumplimiento disciplinario. El Muñeco debió seguir las acciones desde uno de los palcos, pero antes del encuentro metió mano en el equipo y sorprendió con una alineación arriesgada: sentó a Enzo Pérez y al Pity Martínez en el banco de suplentes y apostó por un 4-3-1-2 con Juanfer Quintero como enganche, acompañado por Nacho Fernández, Leo Ponzio y Exequiel Palacios en la mitad de la cancha.

Si bien River comenzó mejor y generó varias situaciones claras de gol para ponerse en ventaja, sufrió algunos inconvenientes. A los 24 minutos Leo Ponzio pidió el cambio por una molestia muscular y en su lugar ingresó Enzo Pérez, que a los pocos minutos recibió la tarjeta amarilla y quedó condicionado para el resto del partido. Para colmo, a los 35 minutos Leo Gomes estableció el 1 a 0 para el local con un remate cruzado que se desvió en el camino. Al Millonario no le salía una.

El pitazo de Andrés Cunha para irse al descanso marcó una de las situaciones límites de la noche: Marcelo Gallardo bajó desde su palco, desafió a los controles de la organización y se metió en el vestuario visitante. A pesar de la sanción que pesaba sobre él, decidió atenerse a las consecuencias y fue a remarcar algunos aspectos para el complemento. Una de esas determinaciones fue el ingreso de Gonzalo Martínez para comenzar a disputar el segundo tiempo. Un protagonista que sería decisivo en el desarrollo y en el cierre del encuentro.

Más allá que River continuó dominando el juego, Gremio también había acomodado algunas piezas y ya no generaba tantas situaciones claras de gol. Para colmo, a los 20 minutos del complemento el conjunto local contó con la situación más clara de todo el partido: un contragolpe que agarró adelantada a la última línea del Millonario y que dejó a Everton mano a mano con Franco Armani. El Pulpo se hizo gigante, como en toda la Copa Libertadores 2018, y se quedó con el remate del delantero.

La reacción de River llegó en el momento justo. A ocho minutos para el cierre del encuentro, el Pity Martínez lanzó un tiro libre al corazón del área y Rafa Borré alcanzó a desviar el balón con su cabeza. El empate del Más Grande envalentonó al elenco argentino, que fue en busca del milagro y llegaría de una manera increíble: Nacho Scocco sacó un remate desde la puerta del área que se desvió en Bressan. Cuando el Millonario se preparaba para ejecutar el tiro de esquina, un hombre de Gremio se tiró al piso para hacer tiempo. Esto le dio margen al VAR para revisar la jugada hasta el hartazgo y encontrar un desvío en la mano del jugador brasilero dentro del área.

“¡Penal para River aquí en Porto Alegre!”, inmortalizó Mariano Closs en su relato mientras los jugadores de Gremio se querían comer crudo al árbitro uruguayo. Las protestas se prolongaron por más de cinco minutos, hasta que finalmente Gonzalo Martínez pudo ubicar la pelota en el punto penal y anotar el gol que le daba a River la clasificación a la final. El Pity lo celebró con un gesto de locura y los hinchas de River que coparon el Arena do Gremio explotaron de felicidad.

Los minutos finales fueron para el infarto. El equipo de Renato Gaúcho quemó las últimas naves en busca del empate, mientras que River se dedicó a sostener el resultado y dejar que los minutos pasaran. El pitazo final llegó acompañado de un diluvo torrencial que parecía guionado. Los jugadores se fundieron en un abrazo interminable y fueron a celebrar junto a los hinchas que estaban en la bandeja más alta del estadio. No era para menos: el Más Grande había conseguido un triunfo épico en Brasil y la clasificación a la final de la Copa Libertadores más increíble de la historia. Lo mejor estaba por venir.