Cuando el partido se ponía difícil para abrir la cuenta, Gallardo supo hacer el cambio indicado con la inclusión de Mora, clave para encabezar los avances en ambos goles de Alario. Gracias a la búsqueda incesante, el Millonario se impuso 2-0 sobre Quilmes y sigue entre los primeros cinco del torneo local.
La misión es difícil. Sin embargo, River no se baja de la pelea. Sueña con arrasar en todos los planos. De buen comienzo en la Copa Libertadores, también se levantó en el campeonato doméstico. Entre los dos certámenes reúne cinco victorias consecutivas y continúa alimentando las posibilidades de llegar a las últimas jornadas del torneo con chances de dar batalla. Por lo pronto, hoy hizo su parte porque se impuso 2-0 frente a un Quilmes más duro de lo que se presumía en los papeles, teniendo en cuenta su grave presente deportivo, comprometido en la tabla de posiciones y con DT interino.
La ambición de un equipo con mentalidad ganadora y momentos de muy buen fútbol doblegó a la resistencia del Cervecero, cuyas ganas fueron superiores a sus limitaciones durante un tramo importante de la tarde noche. River ganó porque jamás renunció a su búsqueda ni el camino que desarrolla desde que empezó la competencia oficial de este año. El Millonario sabe que casi siempre la responsabilidad es suya, que pocas veces los rivales saldrán a jugarle de igual a igual. Entonces debe hallar variantes para lastimar a adversarios más preparados para recortar espacios que dedicados a pelearle el protagonismo a La Banda.
Bajo la lluvia y con un campo que respondió bastante bien, de acuerdo al contexto, River tuvo la paciencia suficiente y las herramientas futbolísticas para quedarse el triunfo. Costó muchísimo. De hecho, al principio Quilmes amenazó seriamente con ponerse en ventaja a través de un Federico Andrada inquietante, capaz de abastecer en ataque y ocasionar peligro. Al Millonario se le hizo difícil ejercer un dominio nítido, aunque lo consiguió después de la media hora inicial, momento en el que remató por primera vez. Una demora impensada, pero que de ninguna forma alteró los planes.
Desde el último cuarto de hora en la primera etapa hasta el final del partido, fue un monólogo de River. El circuito ofensivo creció cuando Ignacio Fernández y Ariel Rojas, cuya precisión de primera fue para destacar, entraron en acción con mayor frecuencia. El equipo se fortaleció poco a poco, movió la pelota de un lado hacia el otro, abriendo la cancha y profundizando para encontrar el hueco que le permitiera desnivelar. Fue complicado porque Quilmes entendió cómo cubrirse, replegándose con atención e inteligencia, sumando a los volantes para custodiar el área y sus cercanías.
Sin embargo, River tuvo su premio. No le cayó del cielo como si se tratara de lluvia, sino que fue como consecuencia de la convicción para llevar a cabo una premisa de juego e incluso mejorarla mediante cambios. Ahí fue determinante la lectura de Marcelo Gallardo. Una vez más, el Muñeco interpretó qué convenía. Relegó a Milton Casco para romper el 4-4-2 y transformarlo en un 4-1-2-3. Rojas pasó a ser lateral izquierdo, mientras que Rodrigo Mora ingresó como extremo derecho.
El uruguayo, perseverante como pocos para luchar por cada balón, causó un error ajeno, envió un centro desde la derecha y logró que Sebastián Driussi, de cabeza, asistiera a Lucas Alario. A los 26 minutos del segundo tiempo, River rompió el cero que tanta preocupación generaba. El propio Pipa, imparable durante todo el complemento, sentenció la historia a cuatro de los 90 reglamentarios, debido a que definió con un remate esquinado, tras otro pase de Driussi. Creer o reventar, dadas las circunstancias, fue luego de un contragolpe que encabezó Mora. Así, por ambición y mentalidad ganadora, El Más Grande venció 2-0 al Cervecero y sigue quinto, con la esperanza de soñar por el título en el torneo local.
+ PUNTAJES: Jugador x Jugador.
+ GOLES: Los tantos en el Monumental.
+ FOTOS: Las imágenes del partido.
+ POSICIONES: Así está el campeonato.
+ FIXTURE: Lo que viene para La Banda.