La década del 90 fue gloriosa para River, difícil será olvidar aquellos equipos que consiguieron títulos inolvidables. Es cierto que a lo largo de esos diez años pasaron muchos jugadores, inclusive varios entrenadores pero si hubo uno que se destacó fue Ramón Díaz. Volantes por izquierda también hubo más de uno pero cuando hay que poner un nombre no quedan dudas que Sergio Berti fue el más destacado de todos.
La Bruja fue un gran jugador que se convirtió en un pilar fundamental para el éxito y de hecho en el Más Grande dio siete vueltas olímpicas. Berti dialogó con el Diario La Nación y en una entrevista de 100 preguntas habló de todo: cómo surgió su apodo, lo difícil que fue pasar directo de Boca a River, el mítico empate 3 a 3 en el superclásico del 97, cómo es Gallardo como entrenador y cómo vivió la final de Madrid.
En el mundo del fútbol hay varios futbolistas emblemáticos que llevan el apodo de Bruja, sin ir más lejos tanto Juan Ramón como Juan Sebastián Verón y en este caso Berti contó cómo surgió dicho apodo: “El Tolo Gallego me puso de apodo Bruja, en la época en que tenía el pelo largo y nos entrenábamos con mucho frío a la mañana en Villa Martelli. Usábamos gorros de lana y entonces salía el pelo por abajo y la nariz sobresalía bastante, y el Tolo, que era ayudante de Daniel Passarella arrancó con lo de Bruja y quedó. No me molesta para nada, de hecho lo uso en alguna red social sin problema”.
“Tuve la suerte de que el Flaco Menotti me había visto jugar en un partido de Reserva y un día, caminando por la playa, se cruzó con Gustavo Mascardi, que recién empezaba como empresario. “Usted que quiere incursionar en el fútbol, ¿por qué no compra a este pibe Berti, que es muy bueno y tiene problemas en Boca?”. El Flaco también le habló bien de mí a Passarella, y a los pocos días fuimos a hablar con Heller al Credicoop y Mascardi puso los 60 mil dólares y compró mi pase. Lo único que preguntó Heller es si detrás de esto estaba Ricardo Cosentino, que era amigo de Passarella. Yo le contesté que no sabía. Pero sí estaba”, afirmó Berti respecto a su paso directo de Boca a River. Luego agregó: “No era fácil en ese momento cruzar de un lado a otro, me costó un poco entrar en la gente. El primer partido que jugué con la Reserva en el Monumental escuché el murmullo, incluso la gente cantó que habían echado al Negro Enrique para traer a un bostero”.
En el Clausura del 97 Boca le ganaba a River por 3 a 0 pero finalmente el encuentro terminó empatado y así lo recuerda el autor del primer tanto del Millonario: “Cuando nos metieron el 3-0 pensaba “¿cómo levantamos esto?”. Justo nos encontramos con Santiago Solari en el medio y le dije: “Vos jugá de enganche que yo vuelvo a mi posición”. Me fui a la izquierda y pude meter el descuento cerca del final del primer tiempo. Y ya no era lo mismo volver al vestuario dos goles abajo que tres. Ni bien empezó el segundo tiempo, Castrilli echó a Berizzo y había que remontar un 1-3 con uno menos. Ellos habían errado un par de goles increíbles, después expulsaron a Manteca Martínez, enseguida descontó Villalba y ahí lo fuimos a buscar con todo, sentíamos que lo podíamos empatar. El gol de Celso fue una locura total, y nos faltó el cuarto, que lo tuvo Pipa Gancedo con una volea: le quedó media alta la pelota y justo yo venía atrás para darle. Y Enzo tuvo un cabezazo también”.
“La primera vez que me fui, en el 92, era una época difícil para ir a jugar a Europa. Fui a la liga más importante de entonces, la italiana, pero podía haber cinco extranjeros por plantel y sólo tres firmaban planilla. Yo fui como quinto extranjero, era joven, y por eso no jugué casi nada. Tal vez debería haber esperado uno o dos años más y hubiera tenido otras posibilidades. Como tenía ganas de jugar y no perderme la chance de la selección, en el 93 volví a River. Me fue bien, y en el 95 me contrató Zaragoza, pero a los pocos partidos me peleé con Víctor Fernández, el entrenador, y no jugué más. Entonces en el 96 volví a River nuevamente, hasta el 99”, dijo Berti sobre sus idas y vueltas en River.
Berti fue consultado si se siente ídolo del Más Grande: “No me siento ídolo de River, hoy parece que son todos ídolos y para mí la palabra ídolo abarca un montón de cosas. Son muy pocos los ídolos reales de River. Que te hayas destacado no quiere decir que seas ídolo. Me destaqué, he cumplido dentro de lo que me exigía la institución, porque no es fácil jugar en River, y creo haber estado a la altura”.
“Jamás en mi vida lo hubiese pensado que Gallardo iba a ser entrenador. En el vestuario más o menos ves la vocación de cada uno, si te hablan de un partido, de la táctica, están en el detalle, y por lo general eso les ocurre más a los defensores centrales, a los mediocampistas o al arquero. Marcelo no era de estar comentando partidos. En las reuniones siempre decía algo. No era el que tomaba la voz, porque había gente más grande, pero tenía su carácter también, eh, por más que era de los más chicos no lo ibas a pasar por arriba, se hacía respetar, tenía personalidad. Pero la vocación de ser entrenador no se la veía, la verdad, cómo si la veía en Leo Astrada, Hernán Díaz o en Berizzo”, dijo Berti en relación al Muñeco como director técnico.
Berti destacó una de las cualidades del River de Gallardo: “Lo que más me sorprende de Gallardo es la capacidad de renovar los equipos, de volver a armarlo manteniendo un estilo, más allá de los nombres. Sus 8 años en el fútbol argentino son más que los 25 de Ferguson en el Manchester, es una locura total. Después, me encanta su propuesta, de pensar siempre en el arco de enfrente y su inteligencia para plantear cada partido”.
¿Cómo vivió la final de Madrid?
“Con mis hijos, en casa. Sufriendo, porque tenés más palpitaciones mirando un partido que corriendo. Al menos eso me pasa a mí. Te sale el jugador de adentro, las ganas de que las cosas salgan bien. Más en la final de la vida. Nicola y Gianfranco, los más grandes, que son bastante fanas, habían ido al Monumental las dos veces que se suspendió, sábado y domingo. Ya a Madrid no fueron y lo vimos en casa. Además, a veces la transmisión ahí viene con algún delay, entonces tenés que estar cerrando todo para no escuchar si alguno grita el gol. La verdad que lo sufrí más que cuando jugaba, porque en la cancha sabés lo que estás haciendo, pero desde afuera no podés hacer nada. Con los años tomé un cariño eterno a River, siempre agradecido por todo lo que viví y me dio”, sentenció la Bruja.