El fútbol ofrece un sinfin de emociones, y los estados de ánimo suelen ser fundamentales, porque incluso dentro de un mismo partido pueden variar desde lo más alto a lo más bajo en un abrir y cerrar de ojos, y más cuando se trata de la Copa Libertadores. Y mucho de eso fue lo que sufrió River ayer frente a Palmeiras, en lo que fue un partido inesperado desde el resultado y sobre todo desde el trámite inicial, donde el equipo de Marcelo Gallardo se mostró sólido y afianzado en la cancha durante los primeros 20 minutos. ¿Pero cuáles fueron los motivos principales para explicar semejante derrota?

1- Errores individuales que costaron muy caro

Varios futbolistas en momentos determinantes no respondieron de la mejor manera, y eso influyó directamente en los tres goles de Palmeiras. Primero, Armani y una reacción muy extraña para un arquero de su jerarquía, eligiendo despejar con los pies hacia el medio cuando podía agarrarla tranquilamente en la jugada del 0-1. Segundo, la floja marca de Robert Rojas sobre el delantero brasileño que resolvió todo demasiado fácil en el 0-2. Y tercero, la insólita e innecesaria patada que quiso pegar Carrascal, que no solo derivó en su expulsión sino en el tiro libre del 0-3. Llegar a Brasil con dos goles de desventaja era muy difícil, pero nada se compara con la dificultad y la épica de revertir tres goles.

2- Falta de efectividad en ataque

Un aspecto muy repetido en el último tiempo del Más Grande, y que en otros momentos no terminó costando tan caro porque defensivamente hubo garantías, o porque apareció la mejor versión de Armani. River ha sido un culto a la ineficacia con el arco rival en muchos momentos y partidos donde la superioridad era abrumadora dentro de la cancha, y eso en una competencia como la Copa Libertadores no te da márgen. Faltó esa cuota de serenidad para resolver los ataques y para justificar en el resultado el enorme porcentaje de tenencia de pelota, o hasta inclusive apelar a recursos como los remates de media distancia.

3- La jugada que marcó el quiebre

El primer gol de Palmeiras llega en un momento en el que solamente un deporte como el fútbol puede justificarlo. River estaba muy cómodo en el partido, manejando los tiempos y las situaciones, y se encontró con esa jugada desafortunada para Franco Armani, que primero respondió de manera extraña con los pies y después tuvo la mala fortuna que el remate de Rony se desvíe levemente en De La Cruz y lo aleje más de la pelota en el remate. A partir de allí, River increíblemente perdió la brújula y se pinchó de una manera muy pocas veces vista a lo largo de todo el ciclo Gallardo. Todo lo bueno de los primeros minutos no iba a aparecer más, y ni siquiera el descanso del entretiempo logró bajar las revoluciones para encontrar otra vez el rumbo del partido.

4- Los desequilibrantes estuvieron muy apagados

Salvo algunas pequeñas ráfagas de Ignacio Fernández, los que podían cambiar la historia del partido para River tuvieron una noche para el olvido. De La Cruz no pudo encontrarse consigo mismo ni asociarse con el resto como trata de hacer siempre. Carrascal perdió el foco 100% y su expulsión pudo haber sido el golpe de gracia para la serie. Suárez solamente gravitó en un desborde cuando empezó el partido. Enzo corrió más de la cuenta cuando el equipo se desordenaba. Y Borré no estuvo para nada fino. River fue muy dependiente de las subidas de Montiel, que fue el mejor de los nuestros, y le faltó todo el peso y el vuelo ofensivo que caracteriza a este equipo.

5- ¿Por qué seguimos creyendo que se puede dar la remontada?

River necesitará ser avasallante en Brasil desde el primer minuto hasta el 90, como supo hacerlo tantas veces a lo largo de estos años y, sobre todo, no perdonar ni una sola vez cuando pise el área rival. Será muy complicado y de conseguirlo sería la épica o remontada más difícil de la historia del club, pero imposible no es. Porque se trata de fútbol, porque se trata del River de Gallardo, y porque Palmeiras demostró que se lo puede lastimar y que no es invencible para nada más allá que son muy buen equipo. Sí, hoy la esperanza es más grande que la razón y la lógica, pero la ilusión no se borrará de nuestras mentes mientras este equipo tenga alguna posibilidad. Porque esa ha sido una de las grandes cartas de presentación de este River a lo largo de los últimos años.