Luego de tres partidos sin victorias, River recuperó la senda ganadora con un Alario intratable para vencer 4-1 a Nueva Chicago, en Mataderos. Así, sigue con la esperanza de luchar por el título, pese a que su principal cualidad fue la eficacia al definir.
La goleada tal vez fue exagerada, pero sumamente bienvenida. River necesitaba ganar sí o sí. Lo consiguió gracias a una producción ofensiva demoledora, más allá de haber exigido problemas preocupantes atrás, especialmente cada vez que hubo una pelota parada en contra. Sin embargo, la clave estuvo en Lucas Alario, autor de un hat-trick y de nivel excelente para seguir justificando otro acierto de Marcelo Gallardo.
Pese a los cuatro titulares ausentes (Eder Álvarez Balanta, Leonel Vangioni, Carlos Sánchez y Matías Kranevitter), el Muñeco armó un 4-2-3-1, estilo europeo. Con Lucho González, de gran desempeño, y Leonardo Ponzio, extremadamente impreciso, tuvo su motor en el medio campo. Delante de ellos, Leonardo Pisculichi, primero por derecha y luego suelto, Javier Saviola y Gonzalo Martínez. La fórmula surtió efecto para sacar dos goles de ventaja.
A los 21 minutos de la etapa inicial, el Conejo asistió a Alario, cuya resolución fue brillante, pasando entre dos rivales. Luego, el delantero capturó un rebote -tiro previo de Piscu- para aumentar. Cinco remates, dos tantos. Eficacia, como lo desea Gallardo. Aunque atrás el panorama fue completamente distinto. La pelota parada en contra fue un dolor de cabeza. Chicago, consciente de sus limitaciones, aprovechó cada falta para enviar a sus tropas enfrente.
Tras una serie de avisos, llegó el descuento local. Jonatan Maidana -inició la jugada del primer tanto- venció a Marcelo Barovero al fallar un rechazo dentro del área chica, donde había una suerte de congreso, después de un córner ejecutado desde la derecha por el chileno Mauricio Arias. Así, River se fue al descanso con una ventaja moderada, sin solidez en el fondo, pero con una eficacia suficiente a la hora de la definición.
Para el segundo tiempo, el Muñeco movió el tablero. Adentro, Emanuel Mammana por Ponzio. Al centro, Guido Rodríguez, de labor irregular como zaguero. El Millonario continuó sufriendo en la última línea. Saviola desaprovechó un centro por lo bajo de Alario y casi cuesta caro porque Alejandro Gagliardi, en dos ocasiones, y Mauricio Carrasco pusieron en riesgo el arco de Trapito. Pero Alario sacó un derechazo potente, previo pase del Conejito, para señalar el 3-1 parcial.
Ese golazo de Alario sentenció la historia con anticipación. Chicago, que apretó mucho a River durante la distribución, se derrumbó anímicamente. De ahí en adelante, asumió riesgos. Dejó espacios. Gallardo nuevamente apeló a las variantes. Una de ellas resultó exitosa: Sebastián Driussi no sólo aportó explosión en los metros finales, sino que además selló el 4-1 definitivo, tras una gran asistencia de Gonzalo Martínez.
Por lo tanto, River ganó y goleó. ¿Gustó? Depende del análisis que se realice. Independientemente de la eficacia mencionada, exhibió pasajes de un fútbol vistoso. Combinó precisión y velocidad durante varias acciones ofensivas. Aunque el asunto fue muy diferente para defenderse. Nobleza obliga, las ausencias pesan y, como si fuera poco, el técnico requiere de tiempo para afianzar una base nueva. En ese contexto, los tres puntos son lo más valioso porque la victoria era indispensable para despertarse.
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