Con una formación tan alternativa como joven, el Más Grande mostró un pobre funcionamiento colectivo e individual. Perdió 0-1 ante Independiente en Avellaneda, donde desperdició la oportunidad de seguir adelante y acercarse a Estudiantes de La Plata.

Resultado negativo, rendimiento también negativo. Marcelo Gallardo decidió darle descanso a casi todos los titulares y lo pagó caro. El objetivo es ganar el Superclásico y levantar la Copa Argentina, entonces el tiempo dirá si los protagonistas habituales habrán aprovechado este parate de cara a dos compromisos decisivos o si fue una equivocación del Muñeco. Por lo pronto, sí está claro que lo de esta noche dejó mucho que desear. El Millonario fue pobre en desempeño y cayó ante un rival extremadamente golpeado, necesitado.

Ningún partido se gana de antemano, aunque esta ocasión era ideal para que el peso de la camiseta se hiciera sentir, teniendo en cuenta que Independiente venía de dos caídas consecutivas, repudiado por sus hinchas antes y durante el encuentro. Sin embargo, River no tuvo luz verde para seguir adelante con la vestimenta de dicho color ni para que le tirara el manto sagrado y su historia al Rojo. Fue un conjunto inexpresivo en materia de elaboración, dependió de acciones aisladas, por lo general apariciones individuales.

En ese contexto, por cómo se dio el desarrollo, daba la sensación de que un gol definiría el asunto. River tuvo dos posibilidades claras durante la etapa inicial, pero un cabezazo de Gonzalo Montiel fue rechazado por el poste derecho, mientras que otro cabezazo, aunque de Marcelo Larrondo, se fue apenas arriba. Independiente, también limitado, exigió en un contragolpe de Fabricio Bustos, cerquita del travesaño, y una intervención de Germán Denis. Poco de ambos equipos en el primer tiempo.

River presentó un 4-2-3-1, con Franco López y Rodrigo Mora como extremos por derecha e izquierda, respectivamente. Matías Moya, de condiciones interesantes, estuvo suelto. El joven de 18 años se mostró siempre, pero participó poco porque el funcionamiento colectivo e individual del Más Grande no lo respaldó a la hora de atacar. La idea fue abrir la cancha para terminar lastimando por adentro. Ni siquiera tuvo éxito cuando ingresó Sebastián Driussi, cuyos dos remates iniciales se fueron cerca.

La situación empeoró cuando el Rojo halló casi de la nada el gol del triunfo, a los 19 minutos del complemento. A diferencia de Gallardo, Gabriel Milito halló repuestas positivas mediante los cambios. Es que Emiliano Rigoni inquietó en todo momento e incluso envió el centro desde la izquierda para que el uruguayo Diego Vera, un especialista en marcarle tantos al Millonario, rompiera el cero a través de un cabezazo.

Tras el golpe, River profundizó sus falencias. Aceleró sin demasiado rumbo ni argumentos. Atrás comenzó a evidenciar problemas por los costados. El andamiaje cada vez se debilitó más al punto de que Independiente, que forzó varias pelotas paradas, estuvo más cerca de estirar la diferencia que el Millonario de encontrarse con el empate, más allá de que Driussi podría haberlo conseguido cuando Martín Campaña le desvió un cabezazo claro. No fue suficiente.

Los tres puntos quedaron en Avellaneda, al igual que las posibilidades reales de River hasta ahora en el torneo, donde resignó unidades por diferentes razones. Solamente una seguidilla de triunfos le puede permitir ubicarse en una posición expectante. El campeonato es largo, sí, aunque es necesario no sólo ganar en casa, sino también de visitante. Hoy está lejos tanto por lo que muestra en resultados como a nivel de funcionamiento…

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