El 2022 de River todavía no está terminado y queda mucho por jugar: la posibilidad de ganar la Copa Argentina entusiasma y por otro lado dar lo mejor en las seis fechas que quedan de la Liga Profesional para intentar quedar lo mejor posible en la tabla anual, otro camino que tiene el equipo de Gallardo para asegurar su participación en la Copa Libertadores de 2023.
Lo cierto es que el 2022 está siendo un año complicado para los de Gallardo: el papel en la Copa de la Liga en el primer semestre no fue el mejor, la zona de grupos de la Libertadores fue lo mejor del año pero ya en octavos el equipo quedó eliminado ante Vélez, la Liga Profesional estuvo marcada por una irregularidad permanente tanto en los resultados como en el juego y ahora el objetivo principal pasó a ser la Copa Argentina.
Resultó curioso también el tema del mercado de pases en River en este año, llegaron muchos jugadores y también se fueron algunos futbolistas importantes como es el caso de Julián Álvarez y Enzo Fernández, pero lo llamativo es que de los refuerzos algunos no tuvieron muchas oportunidades y los que sí la tuvieron, en su gran mayoría no respondieron como se esperaba.
Pero lo más llamativo de este 2022 fue que River perdió parte de su esencia en dos aspectos fundamentales que durante los ocho años de Gallardo se convirtieron en bandera del ciclo: la presión alta y asfixiante y también la utilización de los laterales para llegar al fondo, dar un pase atrás y buscar a un compañero para dejarlo frente al arco.
La presión alta
Si algo caracterizó a la era Gallardo fue la recuperación alta, la insistencia permanente por parte de los delanteros para marcar a los defensores rivales, la intensidad de los mediocampistas para interceptar ese primer pase y así comenzar a atacar mucho más cerca del arco rival. Probablemente dos emblemas de ese estilo de delantero que presionaba bien alto fueron Rafael Santos Borré y Julián Álvarez.
En este 2022 no se pudo observar esa característica tan clásica de la era Gallardo, no se notó el compromiso por parte de los delanteros como antes, tampoco la voracidad de los volantes ofensivos para recuperar alto. Sin dudas un déficit que se sintió y que imposibilitó al equipo del Muñeco de generar más situaciones.
Los laterales, en deuda en ataque
Otro aspecto icónico de la era Gallardo siempre fue la importancia de los laterales. Inclusive esto excede a los nombres, porque en estos más de ocho años pasaron futbolistas como Mercado, Montiel o hasta Rojas –justamente tres centrales que se convirtieron en laterales- por la banda derecha y Vangioni, Saracchi, Casco o Angileri por izquierda.
La intención siempre fue que los laterales sean parte del ataque, que lleguen al fondo y busquen criteriosamente a un compañero. En este 2022 llegaron dos laterales nuevos –Herrera y Gómez- y todavía no lograron exprimir sus facetas ofensivas. River perdió un arma clave para lastimar al rival, ya no se observa la clásica jugada en la que el lateral llegaba al fondo y buscaba un pase atrás para que un compañero mejor ubicado quede frente al arco.