Es experto en absorber críticas, aguantar las embestidas desde afuera y soportar un mal resultado o una racha negativa, por eso (y muchas otras cosas) Marcelo Gallardo es el entrenador de River hace ocho años. El Millonario no puede levantarse en la cancha, como ya le ha pasado en otras ocasiones pero nunca cuando había tantas expectativas, y eso se traslada inevitablemente a los ánimos de los jugadores y los hinchas, que empiezan a estar cada vez más bajos.

En la conferencia de prensa luego de la derrota frente a Banfield, el Muñeco se mostró fuerte y con palabras de ánimo para todo el círculo riverplatense. Lejos de excusarse o de señalar a alguien, respaldó a sus jugadores y miró hacia el horizonte con optimismo: "Queda un mes y medio con muchos partidos y después veremos. Lejos de empezar a cortar cabezas, estamos lejos de eso. El club está mirando hacia adelante por más que hoy el equipo no acompañe".

Cuando el micrófono se apagó y se realizó la última pregunta, el Muñeco se prestaba para hacer el camino de siempre: bajar del escenario del auditorio del Monumental y dirigirse al vestuario o directamente a su casa. Pero antes de dejar la sala, lanzó un par de frases inesperadas para los que estaban presentes.

Miró a los periodistas, con una sonrisa en la cara, y les dijo: "Muchas caras largas veo por acá. Sonrían, ¡vamos ey! Dejen de tener esa cara de culo, vamos eh, sino es todo para abajo". El Míster palpó que el ambiente era de desazón o resignación y arengó a los medios que cubren diariamente al club, incluso se tomó unos segundos para sacarse foto con un hombre que le pidió una selfie. Un gesto que retrata cómo está el DT de cara a lo que viene: entero, con energía y con sobradas ganas de revertir la historia. Y esa es la mejor noticia.