River tendrá esta noche el gran desafío de ganarle por más de dos goles a Independiente del Valle para seguir en la Copa Libertadores. No será sencillo, pero este equipo ya demostró que se banca las difíciles.

No viene jugando bien. “Velocidad crucero” lo llamó Gallardo después de una caída en Paraná. Hay jugadores lejos de su nivel y un equipo que depende casi exclusivamente de lo que pueda inventar Andrés D’Alessandro. El resultado es adverso y un gol rival prácticamente sepultaría las chances de seguir. Pero así y todo, este cuerpo técnico y muchos de estos jugadores nos han dado sobradas muestras de personalidad. Hay razones para creer.

Verano 2015. Boca sacó a pasear al Millonario en Mendoza y le propinó una goleada histórica. Era un amistoso, es verdad, pero un 5 a 0 contra el rival de toda la vida podría sacar a cualquier técnico de su puesto y borrar a varios jugadores. No fue el caso. Gallardo absorbió el golpe, les dio confianza a los mismos once y con ellos salió a jugar la Recopa ante San Lorenzo. El resultado ya es conocido.

La fase de grupos de la Libertadores 2015 venía siendo una pesadilla. River no conseguía ganar ante rivales inferiores como Juan Aurich y en México, frente a Tigres, se jugaba su última chance. Los goles de Egidio Arévalo Ríos y Damián Álvarez nos indicaban el camino de salida. La sensación era que estaba todo perdido, acabado. No para ellos. Con el orgullo lastimado, los jugadores reaccionaron. Teo Gutiérrez y Mora nos dieron una vida más.

Un par de semanas más tarde, otra vez Boca. Muchos hubieran preferido evitar un nuevo choque, disfrutar por un tiempo más del gol de Pisculichi, del penal atajado de Barovero a Gigliotti, de dejarlos afuera de la Sudamericana. Muchos sí, pero no Gallardo y sus jugadores. Ganaron en el Monumental y se bancaron solos, en una Bombonera repleta, la cobarde agresión. Verlo al Muñeco manejar tal dramática situación con tanta templanza nos hizo y nos hace sentir que estamos en manos de la persona indicada.

Después de todo el desgaste que implicó el Superclásico copero, River se relajó en el Monumental y cayó ante su bestia negra, o azul, mejor dicho. Había que ir a ganarle a Cruzeiro a Belo Horizonte, un equipo que nos tenía de hijo, que nos había ganado finales y nos dominaba en el historial, en su cancha, de donde nunca en la historia nos habíamos llevados tres puntos. No hace falta contar cómo terminó aquella historia en el Mineirao.

¿Recuerdan la semi en Asunción, perdiendo 1 a 0 y Guaraní inclinando la cancha contra Barovero? Entre el Muñeco, que se jugó un pleno con el cambio, Tabaré Viudez y Lucas Alario, se encargaron de alejar los fantasmas y dejarnos nuevamente en una final.

Es cierto que de todo esto ha pasado tiempo. Que ya no están Ramiro Funes Mori, Kranevitter, Sánchez, Rojas, Cavenaghi ni Teo y que el pasado, muchas veces, poco tiene que ver con el presente. Pero también es cierto que en nuestro banco se sigue sentando Marcelo Gallardo. Un DT capaz, inteligente, ganador, competitivo. Que se la banca. Que va a saber transmitirle el mensaje a los jugadores, muchos de los cuales formaron parte de las conquistas alcanzadas. Barovero, Maidana, Mercado, Ponzio, Mora y Alario, más el Cabezón que recién llegó, ya probaron tener fútbol y carácter en situaciones límites. Esta noche tendrán la posibilidad de demostrar, una vez más, que todavía mantienen las ganas, la estirpe y el deseo de seguir dejando a River en lo más alto.

+ LA PREVIA: River se juega el semestre ante Independiente del Valle

+ EL EQUIPO: los posibles titulares

+ VAMOS TODOS UNIDOS: los rumores que intentan romper al plantel

+ BAROVERO: no seguirá en River