(Incluye galería y videos) A tres días del River-Boca, recordamos el histórico 27 de noviembre de 2014, cuando el Millonario se tomó revancha de Copas pasadas y eliminó al eterno rival en la Sudamericana.

¿Cuánto sufrió el hincha de River en la Copa Libertadores 2000? Y peor aún en 2004. La Banda necesitaba sacarse de encima la espina de eliminar a Boca en un torneo internacional y lo hizo en un partido histórico.

El 27 de noviembre de 2014, y tras haber empatado sin goles en la ida, el Más Grande se jugó el semestre en noventa minutos que ya se eternizaron en el corazón de todos.

Marcelo Barovero; Gabriel Mercado, Germán Pezzella, Ramiro Funes Mori, Leonel Vangioni; Carlos Sánchez, Leonardo Ponzio, Ariel Rojas; Leonardo Pisculichi; Rodrigo Mora y Teófilo Gutiérrez fueron los once elegidos de un Marcelo Gallardo afligido por la dura pérdida de su madre dos días atrás.

La historia arrancó de la peor manera, con el ingenuo penal cometido por Rojas a los quince segundos de juego. Quejas, amarillas para Ponzio y Mercado y deshazón total para River, que sin saberlo contaba con un héroe en el arco.

Barovero esperó mientras Gigliotti intentaba calentar el comienzo, hablando con Delfino, quejándose de los lásers y vaya uno a saber de qué más. Pero a la hora de patear, el Parapam no llegó porque el uno de River se agigantó y se consagró como ídolo gracias a su mano derecha, esa que desvió el débil disparo del centrodelantero de Boca.

+ El penal:

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Alegría, euforia, locura en el Monumental. Pero ojo, porque la serie seguía igualada. Había que ganarlo y River consiguió a los 16 minutos la ventaja gracias a Piscu, el hombre que vivió los mejores seis meses de su carrera y que también se metió en la historia grande del partido más importante del mundo.

+ El gol de Piscu:

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Para algún neutral, el resto del partido habrá sido un bodrio, porque sinceramente casi no hubo remates al arco. Pero para los millones de hinchas de River fue una eternidad. Festejamos cada lateral ganado, cada pelota alejada de nuestro arco, hasta que Delfino dijo basta.

El maleficio se había terminado. El dolor de las eliminaciones en 2000 y 2004 desaparecieron. Esta vez eran ellos los cabizbajos y nosotros los desaforados que no sabíamos cómo contener tanta alegría mezclada con lágrimas. Ese 27 de noviembre quedó marcado a fuego en el corazón riverplatense y, a tres días de un nuevo Superclásico, qué mejor que recordarlo. ¡Que se repita!

+ CARGADAS: Así nos acordamos de ellos.

+ FOTOS: ¡Parapam y que viva el fútbol!