Julián Álvarez es indiscutidamente uno de los futbolistas del momento. Su desempeño en la Copa del Mundo de Qatar fue mucho más que una revelación: junto a Enzo Fernández, pasó de ser una promesa que podía esperar su chance en el banco de suplentes a convertirse en un titular indiscutible en el equipo de Lionel Scaloni. Una confirmación del enorme potencial que todavía tiene y lo lejos que está de su techo.

Detrás de todo gran jugador siempre hay una historia que contar. Y en el caso de Julián, hay detalles que lo hacen todavía más particular. Es que más allá del tiempo que estuvo a prueba en el Real Madrid y de una breve excursión por el eterno rival, el cordobés regresó siempre a Calchín, su pueblo natal, porque extrañaba estar lejos de los suyos. Hasta que sucedió un llamado que le cambió la vida. Para siempre.

 

En diálogo exclusivo con La Página Millonaria, Gabriel Rodríguez -actualmente se desempeña como Coordinador del Fútbol Infantil de River- recordó cómo fue la llegada de Julián al club de Núñez y destacó una casualidad del destino, que tal vez también una causalidad: "Julián era un chico que había observado Alfredo Alonso, un captador que en ese entonces estaba en Argentinos Jrs. Alfredo en otras épocas había trabajado en River y gentilmente me cedió su teléfono. Me animé a hacerle un llamado al padre y ahí empezó todo", relató.

La historia marca que Argentinos Jrs. no iba a poder darle a Julián lo que su familia pretendía, que era una pensión y una beca para estudiar en el instituto. El buen gesto de Alfredo Alonso, hincha de River, fue el puntapié inicial. Luego llegó el olfato de Gabriel Rodríguez para ir a fondo por la futura joya del fútbol argentino: "Lo llamé al papá de Julián, lo invité a hacer una prueba y tuvimos la suerte que el padre accedió. En realidad me pidió un día para pensarlo, pero al otro día me llamó para decirme que venía a Buenos Aires con su hijo", recordó el coordinador millonario.

 

Lo que sigue es historia conocida: el cordobés oriundo de Calchín se incorporó rápidamente a la Séptima División y de ahí en más no paró de romperla. "El día que llegó lo puse en pensión, le di la posibilidad de hacer la prueba y a los diez minutos decidí que había que ficharlo. Por suerte el destino hizo que llamara por teléfono a su familia y lo pudiera convencer de venir al club", cerró Gabriel Rodríguez, orgulloso por aquella gestión, pero sobre todo por el enorme crecimiento de otro producto Made In River.