Los 160 centímetros de altura siempre fueron un tema recurrente en la vida de Diego Buonanotte. La frase "con ese físico no va a llegar a Primera" la escuchó reiteradas veces en su camino por las Inferiores de River. "Veía a los rivales y eran terribles. Los centrales de San Lorenzo y de Boca eran enormes y yo me preguntaba cómo hacer para gambetear a esos grandotes", recordó el Enano durante la charla con La Página Millonaria.

Pero hubo un entrenador que no siguió esa línea de pensamiento sino que confió en la condiciones del volante más allá de su físico. "Rubén Rossi fue clave en mi carrera. Me demostró que lo importante no es el físico sino cómo uno ve el fútbol y cómo lo juega. Por eso River es distinto a los demás equipos porque ve algo que los otros no porque priorizan un resultado inmediato", explica el jugador de la Universidad Católica, de 33 años.

El quiebre de Buonanotte en las Inferiores se dio cuando llegó a la Séptima y Chacho Cabrera lo puso en el equipo. "Él me dijo que iba a jugar. Me acuerdo que en ese momento estaba Leo Depetris que había venido del Milan. Lo corrió un poco a la izquierda, yo fui de enganche, hicimos una buena dupla y salimos campeones. Ahí empezó mi carrera porque nadie confiaba mucho en mí hasta ese momento, salvo Rossi que era el coordinador", recuerda el Enano. Y casi dos décadas más tarde, los caminos de Buonanotte y Rossi volvieron a cruzarse en la Escuela de Entrenadores César Luis Menotti, donde Diego se inscribió como alumno y Rossi (quien trabajó en River del 2002 al 2005) es director.

A partir de ese reencuentro nació la idea de crear una Escuela de Juego, tal como se llama el proyecto que se iniciará en agosto, porque quieren que los chicos aprendan justamente jugando: "Rubén y su sobrino David me propusieron esto. Es un proyecto deportivo, formativo y educativo para los niños, sabiendo del momento que estamos viviendo en pandemia donde todos perdimos felicidad, alegría, ese contacto con el otro. Hoy es todo virtual. Yo siempre digo que mi mamá y mi papá me tenían que agarrar de la oreja para que me vaya a bañar y a comer porque estaba jugando a la pelota afuera. Y ahora es al revés: yo a mis hijos los tengo que sacar para que vayan a jugar y dejen la computadora. Queremos volver a los inicios porque creemos que el juego es la herramienta pedagógica más valiosa para transmitir valores".

"Se trata de escuelas de juego orientadas al fútbol. Es decir, queremos desarrollar desde el punto de vista lúdico todo el talento, la creatividad y la imaginación que surge de la espontaneidad del juego. Porque el juego es el disfraz del aprendizaje", explica Rossi, campeón mundial Juvenil en el 79 junto a Maradona. "Los chicos tienen, como decía Sabina, que jugar por jugar, sin tener que morir o matar. De eso se trata, de devolverle el juego a los niños. Ya en la adolescencia van a necesitar un formador que les enseñe los conceptos para jugar al fútbol", agrega quien dedicó toda su carrera como entrenador a los juveniles. 

La primera Escuela de Juego estará ubicada en Chile, donde Buonanotte encontró su lugar, y abrirá en agosto, para chicos de 4 a 15 años. Pero la intención es expandir ese concepto a otros países latinoamericanos. "Después de lo que ha sido esta pandemia, creo que es el momento para lanzar esto y que el niño vuelva a ser feliz", comenta Diego antes de un mensaje de Rossi que resume el concepto de este proyecto que está muy cerca de dar su puntapié: "No vamos a aceptar que el niño no se divierta, no aprenda jugando. Siempre lo he pensado: si yo pudiera enseñar a jugar a la pelota, ¿para qué probamos tantos jugadores? El único que enseña a jugar a la pelota es el juego. Nosotros sólo tenemos que ayudar generando el ambiente para que los chicos jueguen. Y ese entorno formativo los va ayudar a jugar a la pelota".