Esteban Ostojich fue el árbitro del encuentro entre River y Palmeiras por la revancha de la semifinal de la Copa Libertadores, el juez uruguayo no estuvo a la altura de un partido de tal magnitud, desde un comienzo mostró falta de criterio para sacar algunas tarjetas amarillas y con el correr de los minutos estuvo más pendiente del VAR que del juego en sí, y cuando decidió recurrir a la tecnología para revertir algunos fallos se demoró de manera excesiva, lo que perjudicó a River, el único equipo que intentó jugar en la noche de San Pablo.
Luego de anular un gol –que hubiese sido el tercero de River- a Montiel por una posición adelantada de Rafael Santos Borré y de revertir su decisión de cobrar penal a Matías Suárez, a los 96 minutos de partido y luego de un córner para River el arquero de Palmeiras salió lejos y sin tener contacto alguno con la pelota le pegó a Paulo Díaz que saltó a disputar la pelota. El golpe fue una trompada en la cara del chileno que al recibir la agresión se tomó su rostro, pero esta vez el VAR decidió no revisar la jugada.
River no quedó afuera de la Copa Libertadores por el VAR ni por el mal arbitraje de Ostojich, sino que fueron los errores puntuales cometidos en el partido de ida los que hicieron que el Más Grande no alcance su tercera final consecutiva. Pero la manera de encarar el partido de vuelta, luego de caer 3 a 0 en la ida y la forma de representar los colores de River en la adversidad son dignas de admirar y destacar. Los hinchas tienen que estar orgullosos de un grupo de jugadores que dio la cara y jugó con la intensidad que el partido pedía.