El nuevo River, con un esquema muy flexible, tuvo al Pity Martínez como principal pieza desequilibrante. Autor de dos goles, cumplió un papel fundamental el circuito ofensivo y el ataque.

Todavía falta mucho tiempo de trabajo. Prueba y error, como suele decirse. Ésa es la realidad. Marcelo Gallardo se fue conforme con lo hecho por River durante la etapa inicial, aunque sabe que hay bastante para mejorar. Al Muñeco le gusta que los triunfos tengan sustento, necesita que el funcionamiento sea el factor que deje como resultado un triunfo, dejando las casualidades o circunstancias puntuales para los momentos de a todo o nada.

El 4-3-2-1 frente Guaraní se mantuvo en diferentes pasajes del encuentro ante Atlas. Pero en otros, hubo un 4-3-1-2 muy flexible, con la misma línea de fondo, un medio campo calcado e Ignacio Fernández delante de los volantes, sueltos, con la responsabilidad de ser conductor cuando retrocedió para encabezar la salida. ¿Gonzalo Martínez? Su función osciló entre ser delantero con Lucas Alario y sumarse al circuito ofensivo, al mejor estilo Sebastián Driussi.

La fórmula empleada dejó una imagen positiva durante varios lapsos del primer tiempo gracias a la premisa de darle un destino seguro y eficiente al balón en el medio hasta apostar a un pase filtrado, el desborde o un centro en los últimos metros. Ambos laterales se proyectaron de manera constante -de hecho, Jorge Moreira asisitó a Fernández en el segundo gol-, al punto de ser más volantes que defensores. Como siempre, Leonardo Ponzio fue un relevo de lujo, acompañado desde cerca por Ariel Rojas.

Tanto Nacho como el Pity le dieron la cuota indispensable de fútbol y sorpresa a River, sin olvidar el aporte vital de Alario, determinante en la descarga para el remate del 1-0 señalado por Martínez. El número 10 no sólo abrió la cuenta, sino que además causó peligro permanentemente. Víctima de cinco de las 12 infracciones cometidas por Atlas, resultó casi imparable. De haber estado aún más fino en la media distancia, podría haber repetido.

De todas formas, el Pity marcó un doblete porque ejecutó el penal sobre la hora. Cada vez que la pelota pasó por el 10, River puso en alerta al fondo del Marrón, cuya misión, amén de reducir espacios -buen trabajo en esa materia, pese a los tres goles de distancia-, era impedir que los tiros libres y de esquina (nueve en total para el Millonario) se transformaran en una auténtica pesadilla. “Sin foul” fue el pedido de César “Rata” Rodríguez, DT del equipo de Primera D.

Por lo pronto, más allá del 3-0 lógico, River debe seguir creciendo en lo futbolístico. El Muñeco es consciente de ello. Aunque poner suplentes podría haber sido una medida coherente, prefirió darle rodaje a los titulares. Considera que los exponentes de buen pie son imprescindibles para brindarle un sinfín de variantes ofensivas. Quiere que los adversarios no tengan referencias, aunque la salida de Driussi de ninguna forma es fácil de sustituir.

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