“Miren miren que locura, miren miren que emoción, ese es Marcelo Gallardo que volvió a River para ser campeón” fue el hit de la noche. La canción que más fuerte se cantó y escuchó en un Monumental repleto por 90 mil almas. Es que el regreso del Muñeco era el deseo de todos ellos y ahí estaba otra vez. Lo tenían vestido de traje, con el escudo en el saco y parado al lado del campo de juego dando indicaciones como en las viejas y añoradas épocas.
Gallardo con su sola presencia revoluciona a los hinchas. Los despierta y los excita. Hace años que River viene batiendo récords de concurrencia en el fútbol argentino. La gente va al estadio sin ningún otro motivo especial mas que para alentar su camiseta. Esta vez sucedió lo mismo pero había una yapa. Un plus importante. El hincha llenó la cancha para ver al “River de Gallardo“.
Ese entusiasmo, transformado en energía positiva, imaginabamos que se iba a contagiar ademas de en las tribunas, también en el vestuario y en el campo de juego. Que la presencia del mejor entrenador de la historia del club lograría renovar las ganas y provocaría un verdadero shock emocional. En las populares y las plateas sucedió. Se notaba y percibía otro clima. En el verde césped el Efecto Gallardo sólo duró un ratito.
Discreto primer tiempo de River ante Huracán
Apenas 15 o 20 minutos del primer tiempo fue lo que pudieron sostener los jugadores en este duelo frente a Huracan. Un comienzo acorde a las expectativas. Hubo presión, voracidad y agresividad fútbolistica. Se salió a dominar y a ganar el partido desde el inicio. Así lo propuso y así lo consiguió. Antes de los 15 minutos ya estaba en ventaja gracias a un verdadero golazo de Claudio Echeverri. Todo estaba a pedir de River. Huracán no respondía y Gallardo pedía que su equipo siga atacando.
El 4-2-3-1 que dispuso como sistema para su primer partido funcionaba bien. Peña y Aliendro recuperaban y jugaban. Mastantuono embellecía con su técnica cada jugada en la que intervenía y el Diablito estaba picante. Faltaba que Adam Bareiro conectará un poco mas en cada acción ofensiva y mucho de eso tenía que ver el flojo partido de Pablo Solari. Así y todo, el paraguayo tuvo una para anotar el 2 a 0. En un mano a mano claro frente al arquero demoró un segundo mas en perfilarse en el inicio de la jugada pero igualmente sacó el remate esquinado que dio de lleno en el palo y que evitó su bautismo de gol con su nueva camiseta.
Esa jugada fue la última peligrosa que River generó en todo el partido. El equipo se empezó a apagar y a desdibujar. Aparecieron las impresiciones y desapareció la intensidad. Y del casi 2 a 0 pasó al 1 a 1. Una mala salida de Felipe Peña dejó mal parado a River en defensa y Huracan aprovechó esos espacios para meter una pelota en forma de centro a Rodrigo Echeverria, quien recibió solo en el area y de cabeza venció la estirada de Franco Armani. Golpe al resultado, al rendimiento y al ánimo del equipo que se fue al descanso empatando un primer tiempo que debió haber ganado.
Segundo tiempo aún más flojo
La segunda etapa fue floja. Posíblemente de lo más flojo que se vio de River jugando como local en todo el 2024. Demichelis ya no está pero los jugadores son los mismos. Un equipo prácticamente inofensivo, sin juego ni reacción. Manejó la pelota pero no supo cómo darle profundidad y peligro a esa tenencia. Intentó por afuera pero ni Milton Casco ni Santiago Simón ni Enzo Díaz pudieron lastimar con sus intervenciones. Jugó por adentro con diferentes intérpretes pero chocó siempre contra el orden y el oficio que tiene el rival en ese sector del campo de juego.
El equipo de Kudelka está bien trabajado. Sabe a lo que juega y lo que pretende. Ocupó muy bien los espacios en su propio campo, neutralizó cada ataque de River y siempre estuvo preparado para meter un contragolpe. El partido se terminó jugando como quisieron los hombres vestidos de azul. No pasaron sobresaltos, empezaron a sentirse cómodos y se dieron cuenta que podían jugar toda la noche que el empate no iba a correr peligro.
Para Huracan fue un negocio perfecto. Se llevó un punto del siempre dificil Monumental y mantuvo la punta en la tabla. River nunca renunció a buscar pero se quedó sin ideas y se fue frustrando. Germán Pezzella cumplió y tuvo un buen debut. Mastantuono fue lo más destacado en ofensiva pero terminó cansado y salió. Nacho Fernández y Manú Lanzini entraron pero nunca lograron desnivelar. Tampoco funcionó el ingreso de Agustin Ruberto para acompañar un poco más a un Bareiro solitario, que jugó mucho de espaldas y lejos de sus compañeros. Lamentablemente para River la ausencia de Miguel Borja fue un problema difícil de disimular.
Viejos errores que Gallardo deberá trabajar
La actuación y el empate final recordaron viejos vicios del River que terminó generando la salida de Martín Demichelis. El efecto Gallardo apenas se observó en el inicio de partido. El desafío del Muñeco es que ese período con su sello amplíe sus minutos. Que partido a partido se vaya viendo su impronta. El trabajo táctico, fisico y anímico siempre es clave pero la competencia inmediata obliga a acelerar los tiempos. River debe dar la talla en la Copa Libertadores.
Hay confianza en la probada capacidad que tiene el DT para generar convicción en sus dirigidos pero si los jugadores no reaccionan no será una tarea sencilla. Gallardo tiene la complicada misión de intentar cambiar el chip en solo tres días. El partido en Córdoba debe ser diferente a éste con Huracan. Al menos desde el espíritu y la entrega. Siempre seremos fundamentalistas del buen juego pero ante este contexto, el miércoles priorizamos el resultado. Ya habrá tiempo de jugar mejor. Ahora es momento de que aparezca esa mística copera que siempre tuvieron los equipos de Gallardo. A esto vino. A pelear la Libertadores. Y por supuesto que en él creemos.