Nació el 26 de enero del año 2000 en Beaverton, una pequeña localidad del estado de Oregon, Estados Unidos. Arrancó a jugar al fútbol a los seis años de manera amateur, en un club de barrio, hasta que fue creciendo y tomando la actividad como algo en serio. Más allá de su vínculo con la pelota de fútbol, Sophia Braun adquirió desde muy pequeña otra pasión, casi inexplicable: se hizo hincha fanática de River.

¿Cómo nació este amor de una norteamericana por el Millonario? Mucho tuvo que ver Karina, su mamá. A los 23 años viajó a los Estados Unidos para aprender inglés, conoció a Bill, se enamoró y formó una familia. Allí comenzó una nueva historia, pero nunca se olvidó de sus raíces y de su pasión por la banda roja. Sophia Braun heredó el fanatismo por el Más Grande casi de inmediato.

Durante su infancia Sophie viajó a la Argentina en varias oportunidades. Y en una de esas tantas excursiones vivió una experiencia que la marcó para toda la vida: conoció el Estadio Monumental. “Verlo de primera mano fue muy especial porque una escucha esas cosas, pero en Estados Unidos el fútbol no es tan grande. Allá es importante y las selecciones generan interés, sobre todo la femenina, pero ver cómo lo viven en Argentina me hizo pensar en lo locos que están los fanáticos. Fue muy divertido y el ambiente era muy lindo”, expresó en diálogo con TN.

Su desembarco en la Selección Argentina

Sophia Braun vivió toda su vida en Estados Unidos, pero a partir del 2020 comenzó a tener un lazo mucho más fuerte con Argentina, además de su mamá y su fanatismo por River. Carlos Borrello, ex entredor de la Selección femenina de fútbol, vio unos videos y decidió citarla para el Sudamericano Sub 20. Y a pesar de no hablar ni una palabra en español, Sophie no dudó y aceptó su propuesta.

La vida de Sophie cambió rotundamente a partir de ese primer paso en la Selección Juvenil femenina. Luego de ese Sudamericano Sub 20 fue citada por la Selección mayor y fue una de las grandes revelaciones de la Copa América 2022. A comienzos del 2023 dejó atrás su equipo universitario y fue contratada por León de México, donde comenzará a jugar de manera profesional en una de las ligas más fuertes del continente. Una carrera en ascenso, con muchos objetivos por cumplir y un sueño siempre latente: verla algún día con la camiseta de River, el club de sus amores.