Cuesta entender el presente de River. Cualquiera pensaría -si solamente mira los números de este año- que se hicieron bien las cosas, al menos en el plano doméstico. Pero la realidad es que el equipo nunca logró enamorar. Le alcanzó con una buena racha de partidos ganados en el primer semestre y también en algunos partidos por la jerarquía individual, pero en líneas generales no está siendo un buen año el de Martín Demichelis.
Demichelis llegó a River para cubrir un puesto tan soñado como pesado y más después de la salida de Marcelo Gallardo, el entrenador más ganador de la historia del club. Hasta el momento, el DT no logró darle una impronta clara al equipo, el estilo varía partido a partido, en el Monumental juega de una forma y de visitante de otra, en los partidos pesados -sobre todo por la Libertadores- no rindió bien y su estilo está lejos de enamorar al hincha.
Sabido es que a Demichelis le gustaría jugar con un esquema 4-3-3 y lo probó varias veces -pero jamás le resultó- entonces juega con cinco volantes y en líneas generales es lo que mejor funcionó, aunque en muchos partidos dejó muy solo a Enzo Pérez como único volante central y le costó rectificar esa decisión.
Este sábado se volvió a ver la mano de Demichelis ante Rosario Central y precisamente no es un elogio eso. El equipo que salió a la cancha de entrada ya mostraba algunas incoherencias y principalmente en los laterales: poner a Santiago Simón -un gran volante, pero que de lateral ya quedó demostrado que no rinde bien- a marcar a Capaz fue totalmente desacertado.
Por el lateral izquierdo repitió con Milton Casco, luego de buenos rendimiento de Enzo Díaz, quien salió del equipo sin motivo alguno. Estas fallas del entrenador quedan demostradas cuando en el propio partido ante Rosario Central sacó a Simón -puso a Herrera- y a Casco -puso a Enzo Díaz- por lo que su lectura de juego estuvo totalmente desacertada.
River jugó mal en Rosario y perdió ante Central. (Foto: Getty).
Otra de las decisiones que cuesta entender es por qué después de la expulsión de Enzo Pérez no reforzó la mitad de la cancha con un volante de corte -como por ejemplo Matías Kranevitter- en vez de limitar a De La Cruz a tener que marcar, cuando en realidad tendría que estar atacando. Por otro lado, nuevamente hizo el cambio de delantero de área por delantero de área y volvió a insistir con Pablo Solari, quien en este semestre prácticamente nunca jugó bien.
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Un equipo partido
Las decisiones de Demichelis hicieron que el equipo quede partido y River no fue goleado en la segunda mitad básicamente porque tuvo suerte y nada más que eso. Quedaron sumamente expuestos González Pirez y Paulo Díaz en una defensa que -nuevamente- no volvió a funcionar.
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