Matías Almeyda divide aguas entre los hinchas de River, transcurridos ya varios años del peor momento en la historia del club. El Pelado tomó las riendas del equipo tras el descenso y sin ningún tipo de preparación previa. Transitó aquel tortuoso torneo entre 2011 y 2012 y devolvió al Más Grande al lugar del que nunca se tendría que haber ido, aunque muchos le machacan el mal manejo que tuvo con ídolos y referenes como Fernando Cavenaghi y Alejandro “Chori” Domínguez.

En una entrevista con The Coaches Voice, el actual técnico del AEK Atenas de Grecia revivió a fondo todo lo ocurrido por esos años y contó los pormenores de la inesperada decisión de ser entrenador de ese River: “No paraba de darle vueltas a la cabeza para tomar una decisión. No podía dormir. A la mañana siguiente, llamé a Daniel Passarella, el presidente de River entonces. Le dije que quería ser el entrenador”.

Contó que Passarella lo trató de “loco” y le avisó que si le iba mal “no iba a dirigir más” pero poco le importó al Pelado, que se mentalizó en que iba a hacer las cosas bien. “Seguramente Passarella tenía razón cuando me dijo que estaba loco de decidirme a tomar River en mi primer trabajo en el banco. Sin nada aún como entrenador, y ante una situación tan dramática. Pero esa decisión fue lo que me hizo arrancar y ser lo que soy ahora”.

Almeyda había terminado siendo capitán en el equipo dirigido por JJ López y que tenía a muchos juveniles en el plantel, como Roberto Pereyra, Erik Lamela y Rogelio Funes Mori: “Sé que no tenía la práctica de ser entrenador como la mayoría, pero iba a poner sobre la mesa todo lo que había visto en el fútbol. Lo que me gustaba. Y lo que no me gustaba, no lo hice nunca. Nunca me olvido de que yo fui jugador, porque sé que hay cosas que a los futbolistas no les gusta. Sobre todo, quieren que no les mientan. Yo no miento en el fútbol. Trato de ser honesto, sincero y franco con los jugadores”, manifestó.

Por último, el entrenador culminó contando cómo era el día a día en la segunda categoría y lo difícil que era complacer a los hinchas: “Era un pecado disfrutar que River había ganado en la Segunda. No podíamos ni salir a comer con nuestras familias afuera. Tampoco podíamos salir un domingo libre. Era entrenamiento y casa. El club estaba en esa situación en ese momento, y nosotros conseguimos llevarlo de vuelta a Primera“.