(Mendoza – Enviados especiales) River jugó un partido muy inteligente, mostró que mantiene la chapa copera y, gracias a otro gran planteo de Gallardo, se impuso 2-0 sobre Boca para quedarse con la Supercopa Argentina en el duelo de campeones.

Es una de las mayores alegrías de la historia. Contra todo un aparato y contra los pronósticos, River venció al equipo que ganará el torneo local muchas fechas antes y que lo cambiaría todo por estar en el lugar del Millonario, celebrando después de un Superclásico, de otro mano a mano exitoso y sintiendo esa felicidad gigante que representa ser El Campeón más poderoso de la historia, el ganador de otro duelo cara a cara, como ocurrió en los años 2014 y 2015.

River ganó porque fue superior a nivel táctico y entendió desde siempre cuál era la actitud que se necesitaba en esta final única, soñada por todos los fanáticos de La Banda. Marcelo Daniel Gallardo otra vez dejó en claro que es el Napoleón del fútbol sudamericano, el estratega número 1, el hombre que fue crack como jugador y es todavía mejor como DT, lo que es mucho decir. Esta vez diseñó un 4-3-1-2 inesperado, con Gonzalo Martínez -¿aún existe alguien capaz de discutirlo?- como enganche y principal figura desequilibrante. Lejos de sentir nervios, cambió penal por gol luego de una falta sobre Ignacio Fernández, otro que la rompió. Como si fuera poco, el Pity también asistió al ingresado Ignacio Scocco en el 2-0 definitivo.

El Más Grande anuló a Boca otra vez en un choque a todo o nada. Le ganó otra llave de colección con el Muñeco como técnico. Es tan apabullante la diferencia estratégica que en los cinco partidos coperos el eterno rival ni siquiera pudo hacer un gol. Eso se debe en el caso de esta noche a un Franco Armani descomunal, fuera de serie, capaz de atajar un remate a la velocidad de la luz. Fue determinante para sostener la ventaja en el momento crítico donde el arbitraje de Patricio Loustau dejó mucho que desear en varios fallos de llamativo criterio.

Sin embargo, la defensa y los volantes también resultaron fundamentales porque todos se comprometieron con la recuperación, haciendo esfuerzos conmovedores, corriendo como si hubiera que alcanzar el objeto de mayor valor en el mundo. Hubo mucha lectura de las circunstancias. River supo cuándo presionar, en qué zona apretar, cuál era el lugar indicado en el que había que esperar y replegarse. Tácticamenge hizo un partido brillante, digno de la capacidad del Muñeco. Los jugadores, tantas veces en bajo nivel, exprimieron hasta la última gota de sudor para conseguir la tan anhelada Supercopa Argentina. Cada vez que un compañero aguantaba en el cara a cara ante un adversario, llegaban uno o dos para que la cacería sea letal. Así una y otra vez, desmoralizando cada intento de un oponente.

La practicidad también fue clave. River pocas veces cometió errores en la salida o en un rincón del césped. Supo cuándo podía arriesgar y cuándo había que rechazar la pelota. Nadie quedó en deuda. Cada jugador del Millonario comprendió que el compromiso individual era indispensable para el bienestar colectivo. Los cambios de Gallardo hicieron su aporte y, arriba, cada atacante fue el primer defensor para incomodar el circuito futbolístico de un Boca que se derrumbó anímicamente y jamás le encontró la vuelta al desarrollo. El Más Grande triunfó en otro mano a mano para la historia, dio una clase de cómo afrontar este tipo de partidos y se quedó con la Supercopa Argentina que se le había negado. ¡Salud al Campeón más poderoso de la historia!

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