Pablo Aimar fue uno de los jugadores más brillantes que tuvo River en las últimas décadas. Dueño de un talento envidiable, tenía buena pegada, gol y asistencias. Sabía cómo herir futbolísticamente a los rivales, formó una gran sociedad con Javier Saviola e inexorablemente se marchó a Europa cuando era muy joven, más precisamente en el año 2001.

Luego, regresaría al Millonario en 2015 donde disputó dos partidos oficiales antes de finalizar su carrera en Estudiantes de Rio Cuarto tres años después. "Yo disfruté mucho ser jugador. La parte del vestuario. Parezco serio pero siempre estoy riéndome o tratando de pasar un buen rato. Para mí el fútbol fue eso, fue mi lugar. No pensé que el retiro lo iba a sufrir tanto", sostuvo Aimar.

Pablo destacó la importancia de seguir en movimiento y mantenerse involucrado, en su caso, con las Juveniles de la Selección Argentina luego de colgar los botines. "Laburar con los pibes te ayuda a amortizar el golpe. Sino, te jubilás a los 35 años, es una locura. Te volvés loco. Hay mucha sangre caliente todavía como para tener tantas horas libres. Necesitás que te funcione la cabeza", expresó.

Por último, aseguró que la decisión del retiro es principalmente física. "El cuerpo se retira primero, la cabeza del futbolista no se retira nunca. ¿Sabés las jugadas que veo ahora que no puedo hacer? Las veo a todas con mis amigos. Digo: 'Tengo que ir acá y la toco al costado', jaja", comentó entre risas.