Una multitud acompañó a River en el Monumental, donde la gente respaldó al equipo durante todo el partido, deliró de felicidad después del gol y palpitó el partido del próximo domingo, desde las 17, frente a Boca.

Jamás alcanzarán el Nobel de la Paz esas canciones utilizadas contra el eterno rival, minutos antes de que comenzara el duelo ante Independiente, en Núñez. Sin embargo, despertaron entusiasmo y generaron contagio en cada tribuna. Pero como el principal motivo de entonación siempre es alentar al equipo el clásico “River, mi buen amigo, esta campaña volveremo’ a estar contigo” se hizo sentir fuerte a las 21.11, momento en el que salió a la cancha el conjunto que dirige Marcelo Gallardo, también ovacionado: “Muñeeecooo, Muñeeecooo”.

Más allá del DT multicampeón y de pasado exitoso como jugador con el manto sagrado, el cariño tuvo un párrafo aparte para Marcelo Barovero. Cuando el capitán se ubicó en el arco de la tribuna Centenario, surgió el “Trapitooo, Trapitooo” como mimo e inmediatamente un deseo que surgió en la primera fecha y se repitió: “Trapito no se va, Trapito no se va, no se vaaa Trapito, no se va”. ¿Le llegarán las muestras de afecto al arquero para torcer su decisión? Parece difícil, pero si el Millonario llega a avanzar en la Copa Libertadores, quién te dice…

Una vez iniciado el partido, desde la tribuna Sívori hubo un amplio repertorio de melodías. ¿El hit de la primera parte? “Yo soy así, a River yo lo quiero”, aunque también existió una gran euforia mediante “te alentaré hasta la muerte, te alentará donde sea” mientras la lluvia daba el presente. En el campo de juego ocurría poco, apenas un puñado de situaciones de gol y dos acciones que deslumbraron a los hinchas: un movimiento de cintura de Leonardo Ponzio para descolocar a la marca de turno y, a los 41 minutos, un caño de Leonel Vangioni ante Claudio Aquino.

En el segundo tiempo, el respaldo se mantuvo intacto. Desde “no tengo un mango y vengo igual” hasta el “ooooh, vamos, Millo, vamos, ponga huevo, que ganamos”, exitoso para que cinco minutos después apareciera el gol de Lucas Alario. La conquista, cuya jugada previa causó el recuerdo de la final de la Libertadores porque el centro fue del Piri, aceleró el ritmo de las estrofas y llegó acompañada por “que esta hinchada se merece, se merece ser campeón”. Enseguida surgió otra vez el entusiasmo de cara al domingo, a través de “che, bostero, che, bostero, qué amargado se te ve, cada vez nos falta menos para volvernos a ver”.

La despedida hacia el equipo fue con mucha felicidad, dejando en claro que “el que no salta, abandonó” y con un pedido inexorable. habitual en la antesala de cada Superclásico: “El domingo, cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”.

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