River jamás se dio por vencido hoy ni en las fechas anteriores, pero cayó 3-2 contra Racing y quedó matemáticamente fuera del campeonato. Si bien estuvo cerca de la hazaña tras estar tres goles abajo, reaccionó demasiado tarde.
La esperanza se terminó. Cualquier tipo de expectativa se desmoronó. River sufrió un nocaut a la ilusión en el estadio Monumental, donde Racing lo sorprendió y, más allá de finalizar al borde del papelón, se llevó los tres puntos. Al Millonario se lo vio incómodo, tal como le sucedió ante Rosario Central, debido a que careció de espacios para imponer su juego y variantes suficientes para encontrar una solución ofensiva. La practicidad visitante superó al funcionamiento del Más Grande en pleno templo de Núñez.
¿Por qué perdió River? No sólo a raíz de un rendimiento alejado a su trabajo habitual, sino también porque como oposición tuvo a un Racing de planteo extremadamente conservador, a través de un 5-3-2. De esa manera, le redujo espacios a La Banda, se mostró compacto y efectivo en la marca, aun con desprolijidades al rechazar, para impedir que el Millonario pudiera desarrollar su idea. Y cuando el conjunto que dirige Marcelo Gallardo se animó a buscar el 3-3, el tiempo fue aliado para que el esfuerzo final fuera insuficiente.
A River lo golpeó insólitamente una acción propia de la mala suerte o como cada uno prefiera llamarlo: a los 17 minutos del primer tiempo, un despeje de Lucas Martínez Quarta rebotó en Lautaro Martínez para abrir la cuenta. Si la misión de lastimar a La Academia era difícil con la paridad, el panorama se hizo todavía más complejo en la desventaja porque mientras el plan de Racing surtía efecto, el Millonario chocaba contra el muro visitante y sus propias imprecisiones, acompañados por falta de imaginación y ausencia de desequilibrio individual.
El Más Grande tampoco pudo encontrar señales positivas al principio de la segunda parte: cuando apenas iban tres minutos, un tiro de esquina de Marcos Acuña -por momentos fue imparable- desde la derecha, sirvió para que Miguel Barbieri, de cabeza, pusiera el 2-0 en favor del equipo de Avellaneda. Noqueado por ese golpe, River estuvo desorientado durante varios minutos y una mala salida de Augusto Batalla -otra vez quedó expuesto-, después de un pase filtrado de Luciano Aued, permitió que el mencionado Acuña marcara el 3-0 para Racing.
Cuando todo llevaba a pensar en una diferencia mayor con mucho tiempo por delante, River se levantó. Aunque jamás bajó los brazos, el Muñeco envió un mensaje desde el banco: Camilo Mayada y Marcelo Larrondo ingresaron en reemplazo de Ignacio Fernández y Sebastián Driussi, respectivamente. Además, el esquema pasó de un 4-4-2 a un 4-1-2-3. La búsqueda de más presencia en los últimos metros no fue del todo inteligente porque, a falta de precisión en velocidad para entrar al área mediante juego asociado, era clave empujar con centros.
Un cabezazo de Larrondo, luego de un centro preciso de Jorge Moreira, le dio el descuento a River. Once minutos más la adición le dieron una esperanza a La Banda, que sin brillar supo inquietar a Racing. Completamente jugado porque dejó mucho campo atrás, el Millo fue al frente y nuevamente achicó la distancia gracias a un tiro de Milton Casco que desvió Jonatan Maidana para descolocar a Gastón Gómez. Cerca del cierre, Mayada y compañía pusieron en jaque a La Academia, pero no alcanzó.
Los hinchas reconocieron la valentía de un equipo que dejó todo para pelear por el título y al menos asustó a su eterno rival. La caída de hoy sí deberá utilizarse como aprendizaje para seguir potenciando a un conjunto que reunió méritos para ser candidato en la Copa Libertadores. River necesita asegurarse un lugar en la próxima edición del máximo certamen continental, aunque su ilusión estará enfocada en repetir la conquista del año 2015.
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