Hace tiempo que el fútbol argentino se volvió duro, la clara muestra está en la Copa Argentina, en la que equipos del ascenso dejan en el camino a equipos de Primera. Si bien bajó el nivel en general, la realidad es que River marcó un camino en los últimos años en lo que respecta al estilo de juego. Pero el equipo entró en un bajón en 2022 y eso se vio plasmado en que fue el único año en el que Gallardo no ganó ningún título, pero también en cómo jugaba ese equipo.

Martín Demichelis llegó a fines de 2022 y realizó un examen detallado del plantel, tanto de los jugadores que tenía, de los que tenían que volver de sus préstamos, de los pibes de Reserva que pedían pista y por otro lado pidió refuerzos: llegaron rápidamente Kranevitter y Nacho Fernández y sobre el final del mercado de pases Enzo Díaz y Salomón Rondón. El plantel quedó compensado, pero las lesiones hicieron que haya jugadores clave que no estén disponibles y eso afectó considerablemente el rendimiento del equipo en el inicio de la temporada.

Nadie puede asegurar que con Mammana, Paulo Díaz y David Martínez disponibles la defensa hubiese funcionado mejor, pero la realidad indica que tanto Mammana como Díaz venían teniendo buenos rendimientos como zaga central en el último tiempo. En los últimos partidos se vio cierta fragilidad defensiva que no se había visto en los amistosos en Estados Unidos. También hubo varios cambios en ese sector: Herrera y Rojas ocuparon el lateral derecho, Maidana y González Pirez el puesto de primer central, ya sobre el sector izquierdo se afianzaron Enzo Díaz y Milton Casco, los más regulares.

El contrapunto: la ofensiva

Martín Demichelis cuenta con variantes para la ofensiva y en pocos partidos ya utilizó distintos esquemas: tanto con un delantero de área y dos por afuera, también con un mediapunta. En Córdoba contra Banfield jugaron juntos Borja y Rondón y lo hicieron muy bien. Más allá del poderío ofensivo en cuanto a nombres, funciona en la conexión con los mediocampistas y eso excede nombras. Será cuestión de buscar el equilibrio entre defensa y ataque para que haya una armonía en el juego que sea plasmada en los resultados y el funcionamiento.