72 horas después de aquella conquista histórica te toca justo festejar tu día en homenaje a los grandes próceres futbolísticos como Di Zeo o Mauro Martín. Imagino que fueron 25 personas al Obelisco porque el resto se quedó mirando el partido inaugural del Mundial de Clubes y analizando futuros rivales. O que suspendieron los festejos en la Bombonera porque todo el mundo debe estar en viaje a Abu Dhabi.

Qué locura. Qué suerte ser hincha de Boca hoy. El sueño de Carlitos cumplido, después de juntarla en pala dos años en China. La alegría de Leo Jara que ahora sí va a poder boquear contra River sintiéndose ganador. El sueño cumplido de Angelici de usar los pasaportes más seguido. Qué alegría incontenible deben sentir. Es la semana de sus vidas.

¿Querés que dejemos las chicanas de lado y hablemos un poco en serio? Dale. Sí, nosotros descendimos de categoría, pero quedó bien en claro que de todo aquello hay retorno. Que me viste volver y te arrodillaste como nunca antes cuando me tuviste enfrente.

Que lo único que hiciste desde que volvimos fue escribir "Riber" y te quedaste anclado en aquel recuerdo, mientras te pasamos por arriba una y otra vez adentro de la cancha, y coronamos la historia dándote el golpe más duro que se puede recibir. Y eso que hiciste hasta lo imposible por no jugarlo. Porque siempre te sentiste inferior, y porque además mostraste todas las cartas oscuras que se emparentan con tu historia reciente. Y lo único que conseguiste fue agigantar la vergüenza que debés sentir hoy.

Perdiste la final más importante de la historia del fútbol sabiendo que vos jugaste de local y tu rival no. Y encima festejó otra vez en tu cara. Como en la Sudamericana. Como en la Libertadores que te hizo abandonar un panadero. Como en Mendoza. Como en tu cancha hace poco. Y por todo esto sabrás que en cada palabra con B que escribas de ahora en adelante, el término BernaBeu te tapará los pensamientos para siempre, y vas a quedar otra vez en estado de shock. Porque ésa es la B de la que no se vuelve, y la que no se borra nunca más.

Feliz día. Feliz Navidad. Y feliz año nuevo. De Gallardo con amor, y desde Emiratos Arabes. Chau, felicidades. Hasta el próximo deporte, porque de fútbol ya no hay nada más que hablar.