River le ganó a Boca por 2 a 1 el pasado domingo en el Estadio Monumental, que volvió a recibir público tras más de un año y medio. El resultado no tiene nada que ver con la realidad que se vivió en Núñez, en el partido hubo un solo equipo en la cancha y el eterno rival recién tuvo su primer tiro al arco cuando el partido estaba por terminar, que terminó en gol de Carlos Zambrano, pero a lo largo de los restantes 93 minutos, River dominó el partido de punta a punta.

La figura indiscutida de la cancha fue Julián Álvarez, el joven cordobés de 21 años convirtió un golazo desde afuera del área y antes que termine el primer tiempo definió con gran categoría como un clásico 9 de área luego de una muy buena asistencia de Santiago Simón. La Araña no tuvo ni siquiera tiempo de descansar que ya el día siguiente al superclásico estuvo en el predio de la AFA en Ezeieza, es que Lionel Scaloni lo volvió a convocar para la Selección Argentina. Así son los cracks, la rompen en el superclásico y a los dos días se entrenan con los mejores jugadores del mundo en la Selección.

Julián Álvarez nació en Córdoba y sus comienzos fueron en Club Atlético Calchín, un club que tiene el mismo escudo, colores y tipo de camiseta que River. Allí dio sus primeros pasos el delantero del Más Grande que tiene en el lomo dos finales de Copa Libertadores, la primera ante Boca en el Bernabéu y con tan solo 18 años. Julián nunca se olvidó de sus orígenes y siempre recuerda su primer club y esto es recíproco, porque desde Calchín le dedicaron una emotiva publicación al delantero en sus redes sociales.

La emotiva publicación del Club Atlético Calchín para Julián Álvarez

“Año 2000. Yo apenas tenía 5 cortos años. Todavía tengo recuerdos de mi paso por el Jardín de Infantes, cuando la seño Edith nos dejaba salir al patio y con los chicos desesperados salíamos hacia el lado oeste donde estaban los dos arcos. Como si fuera ayer, puedo ver mis piernas de no más de 50 centímetros mientras corría mirando al suelo con la pelota en mis brazos en dirección a la canchita, y con mi mente eligiendo entre Aimar o Saviola, figuras de aquel River campeón del Torneo Clausura de ese año.

Divertirnos horas bajo la inocente fantasía de de ser jugador profesional de futbol y de estar jugando en el Monumental mientras levantábamos tierra a patadas.

Decenas de generaciones pasaron por el Jardín. Cientos de niños con ilusiones futboleras vio la seño Edith, cientos como los vio también la seño Mariana que, quizás de tanto alimentar esas ilusiones, hoy vive con uno de sus niños una realidad de fantasías.

Ese niño, que alguna vez también soñó, se transformó, como bien llamó ayer su compañero De la Cruz, en el niño maravilla, y puso al fútbol argentino en su extensión a sus pies. Cargándose en el lomo un superclásico histórico como lo es un River-Boca, en el Monumental y con el regreso del público a las canchas después de más de un año y medio ansiando con volver.

Sacando un gol de la galera, jugando con el cuchillo entre los dientes, comiéndose el partido en un estado de éxtasis total y llevándose la ovación del estadio entero, demostrando que los sueños sólo están para cumplirse... y con apenas 21 años.

Sí, 21 años pasaron de ese 2000, el mismo año que nos trajo a Calchín y al mundo a quien hoy nos representa ya no sólo a nivel nacional. 21 años de aquel Torneo Clausura y tantos otros eventos futbolísticos que pasaron en el medio. ¿Cuántos jugadores habrán sido elegidos desde esos Saviola y Aimar hasta hoy? Aunque eso en realidad no me inquieta. La duda que a mi hoy me pone la piel de gallina es: ¿cuántos niños en cada jardín de infantes del país, de hoy en adelante, saldrán corriendo al patio soñando ser Julián Álvarez?”.