Si hay un plantel que puede entrar por la puerta grande al Monumental es el que comandó Ramón Díaz entre 1996 y 1997. Por aquellos años el Más Grande se coronó campeón de la Copa Libertadores, la Supercopa Sudamericana y obtuvo el tricampeonato al ganar los Apertura del 96 y 97 y el Clausura del 97 también. Fue un equipo plagado de figuras, muchos de ellos jugaron el Mundial de Francia 98, que estuvieron guiados por el enorme Enzo Francescoli, que por entonces atravesaba el final de su carrera, pero la magia seguía intacta. Pero además del charrúa también formaron parte, por nombrar algunos ejemplos, jugadores impresionantes como Ariel Ortega, Marcelo Gallardo, Matías Almeyda, Leo Astrada, Juan Pablo Sorín, Germán Burgos y Marcelo Salas.

La lista de cracks es interminable, no fue casualidad que River haya ganado tanto por entonces, aunque no hay que quitarle mérito a Ramón Díaz, un entrenador joven que supo sacar lo mejor de todos sus futbolistas. Con el correr de los años, los vínculos afectivos entre varios jugadores de aquel plantel fueron creciendo: un claro ejemplo es la relación entre Juan Pablo Sorín y Leonardo Astrada, dos futbolistas clave para los títulos obtenidos, que en estos días se juntaron a cenar para recordar los viejos tiempos y así lo comentó el ex lateral por izquierda en su cuenta de Instagram al compartir una imagen con el Jefe: “Cenita y unos vinos entre mil historias, recuerdos, y el placer del reencuentro siempre”

Las chicanas del chileno

José Marcelo Salas fue un goleador letal, fundamental para la obtención de la Supercopa Sudamericana del 97 al convertirle dos goles en la final al San Pablo. El Matador no dejó pasar la publicación de Sorín y comentó: “Pero veo solo vino”, y en el ida y vuelta Juampi le contestó: “Jajaja y le metimos un par de copitas y hubo cositas ricas para morfar además, amigo”. Sin dudas que el sentido del humor es algo que jamás perdieron estos dos cracks.