Dicen que la pelota de la Copa Libertadores pesa menos de 500 gramos, pero no caben dudas que el balón que ayer debió patear el Pity Martínez para meter a River en la final, pesaba una tonelada. En ese remate iba la ilusión de todo un equipo y de millones de hinchas. 

Para colmo River estaba con un pie afuera del torneo continental, el partido se moría y llegó la remontada épica. Primero con el cabezazo de Borré y luego con el penal que llegó con la intervención del VAR. Hubo 10 minutos que fomentaron que el peso de la pelota fuera creciendo cada vez más. Un disparo que te daba la gloria o te quitaba todo.

 

Y ahí fue el 10. Agarró la pelota, no titubeó en ningún momento y silenció a casi todo un estadio. "Lo que significa patear un penal tan decisivo con un parate de 10 minutos, hay que tener huevos, personalidad y templanza, porque un penal de ese calibre no lo patea cualquiera", aseguró orgulloso Marcelo Gallardo. Y no, no lo pateó cualquiera, lo ejecutó el Pity Martínez.

¿Se acuerda cuando lo mataron al mediocampista porque erró un penal contra Huracán por la Superliga? Bueno, relean esa pregunta, 'penal, Huracán, Superliga'. Qué lejos queda de 'penal, Gremio, Brasil, semifinal Libetadores', ¿no? Gracias Pity, por los huevos, la personalidad y la templanza. ¡Estamos en la final!