Corría el minuto 84:31 cuando Scocco remató al arco y la pelota se desvió en el brazo de Bressan. El árbitro Cunha cobró córner y nadie reclamo, porque sinceramente ni Nacho que estaba al lado la había visto.

A los 84:50 Jael se tiró al suelo para hacer tiempo porque lo iban a reemplazar. Gracias a esa demora River no ejecutó rápido el tiro de esquina y hubo tiempo para revisar el VAR. Justicia divina le llaman. 30 segundos más tarde, y mientras se hacía la variante, lo llaman al juez por el interlocutor para que revise la jugada.

 

El árbitro se toma un poco más de un minuto para apreciar la alevosa mano desde todas las tomas posibles. Entra al campo de juego y marca el penal. Y ahí llegó el descontrol. Todo Gremio fue a protestar, mientras Cunha expulsaba a Bressan por su brazo extendido en el área. 

El revuelo y las quejas duraron un rato largo. El DT del equipo local reclamándole a todo el que se le cruzaba, y la gente de la organización de Conmebol se la pasaba hablando con los árbitros vaya uno a saber qué cosa. El árbitro que seguía en contacto con la gente del VAR intercambiando palabras. Eran miles de idas y vueltas que nadie entendía. Una locura total que parecía interminable.

Finalmente, a los 94:45 minutos el 10 hizo contacto con la pelota para desatar la locura de todo River en Porto Alegre y en el mundo. Sin lugar a dudas fueron los diez minutos y catorce segundos más largos del mundo.

Reconocimiento pleno para el Pity que no le jugó en contra la demora eterna y lo pateó como un crack, y también para la resistencia de todos los corazones riverplatenses que se vistieron de inmortales.