"Es un tema que está terminado", sentenció Jorge Brito esta semana cuando le consultaron por la posibilidad de encarar la contrucción de un nuevo estadio. Con absoluta lógica económica, el vicepresidente justificó que la actualidad del país no permite proyectar a largo plazo, más allá de los números diarios del club. También blanqueó que la posible mudanza dependía de voluntades políticas y que el posible cambio de gobierno a fin de año también obliga a replantearse la idea. Sin embargo, lo que no debería demorarse es un punto crucial en esta historia: el debate sobre qué se debe hacer con el Monumental, que es una discusión profunda que hasta el momento se viene esquivando.

 

 

A comienzos de este año fue Rodolfo D'Onofrio quien puso el tema sobre la mesa y enseguida surgieron voces antagónicas, pero en ningún momento se planteó un análisis detallado de las ventajas y desventajas de cada opción para después concluir en cuál es la mejor o la que cuente con más apoyo. Reforma, construcción de un nuevo estadio en el mismo lugar o mudanza son las variantes. Y está perfecto que cada dirigente, socio o hincha tenga su propia mirada. Lo que no debe demorarse más es el debate para definir qué hacer con un estadio que ya cumplió 81 años.

 

 

Justamente la dura realidad económica de la Argentina, sin créditos accesibles para encarar una obra tan importante, le pone freno a cualquiera de las posibilidades. Entonces, sería saludable aprovechar este parate obligado para discutir sin chicanas, evaluando pros y contras, poniendo en juego también los recuerdos y el sentimiento que genera el Monumental. La coyuntura no permite que haya apuro para definirlo. Por eso, es momento de hacerlo con tranquilidad, tomar una decisión y que pase por los caminos que marca el estatuto del club para que el día que se pueda, ya todos sepamos qué se hará con el estadio.