Es el jugador de insulto fácil. De esos apellidos que quizás se ganaron una “mala fama” por errores del pasado y por eso son los primeros en ser criticados (muchas veces con lógica, otras veces con demasiada alevosía) por los propios hinchas. Leandro González Pirez sabe bien lo que es vestir la camiseta de River en las buenas y en las malas, por eso esta nueva redención es una enorme noticia para Marcelo Gallardo y todo el pueblo de Nuñez.
Lo hecho no se borra. Aquella equivocación con Sebastián Villa en un superclásico y algún que otro error que ha tenido en otros encuentros formarán parte de su currículum por siempre y deberá convivir con eso, pero si hay alguien de River que está preparado para masticar las malas, recargarse de combustible y demostrar que también puede decir presente en las buenas es el Cabezón.
Sobriedad. La palabra perfecta con la que podrían describirse los dos partidazos que González Pirez disputó ante Boca y Colo Colo en los últimos cuatro días. Seguridad, presencia, voz de mando y compromiso con la causa. Un recital de cruces, barridas y duelos ganados que hicieron levantar anoche al Monumental y que despertaron cientos de aplausos al televisor en el superclásico.
¿Qué le falta a González Pirez para ser indiscutido?
En épocas donde la dupla central parece salir de memoria (Pezzella-Paulo Díaz), el mérito de Pirez es no haber bajado nunca los brazos y no haber dejado que la brecha entre los tres aumentara. Estuvo listo para su oportunidad y la tomo con la responsabilidad con la que lo debe hacer un futbolista del club más grande de América: estando a la altura los 90 minutos contra el rival que sea.
En esta resurección del Cabezón también hay que darle un mérito a Gallardo y al resto de sus compañeros. Porque el Muñeco potenció el funcionamiento colectivo del equipo y eso resalta a las figuras individuales. Tienen un mejor contexto en el cual desenvolverse. No hay que dejarlo pasar por alto, porque no nos olvidemos que hace algunas semanas las críticas eran moneda corriente y que no daban dos pesos por Leandro. En cierto punto, bien el hincha por exigir y mejor el protagonista por responder en la cancha.
¿Qué le falta para volverse indiscutido? Ser mas constante. Ni los errores que tuvo en el pasado lo hicieron el peor central de River ni estos dos partidazos lo convierten en un intocable. Constancia y regularidad, lo que necesita el Cabezón para dejar atrás los fantasmas de las equivocaciones y los murmullos para darle paso definitivamente a su mejor versión desde que regresó a River proveniente del fútbol de los Estados Unidos.
La redención de Leandro comienza a ser una realidad y de cara a una recta final de año que promete traer partidos cruciales consigo, Gallardo sabe que cuenta en todo momento con un revulsivo de experiencia y con un lider que va a cumplir con las expectativas dentro de la cancha cuando sea que se lo necesite. Respeten al Cabezón.