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ANÁLISIS TÁCTICO
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Análisis: River está perdiendo el tiempo

El Más Grande está inmerso en un combo perjudicial: alarga estadías de jugadores, confunde conceptos de juego y desperdicia el plazo extra en el mercado de pases. Análisis de situación.

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Foto: Prensa River.
Foto: Prensa River.

Tiempo es la palabra mágica. Para algunos, una contraseña futbolera legal. Hacer tiempo. Una especie de artilugio para burlarse del fair play y limitar el poderío rival cuando las diferencias de calidad son evidentes o exageradas. Para otros, “falta tiempo”. Una herramienta válida (muchas veces disfrazada de excusa) a la cual se recurre cuando el funcionamiento no es el esperado. Cada uno la utiliza como quiere, pero lo cierto es que River está perdiendo el tiempo. Y lo que es peor: River le hace tiempo al propio River.

Los problemas del equipo de Marcelo Gallardo están a la vista. Identificarlos es tan fácil como recitar la tabla del cero. No se precisa de un pasadizo detrás de la biblioteca como en una película de detectives. Y, si tomamos al tiempo como el abracadabra de lo que está mal, abriremos al menos 3 portones que tienen los candados bastante flojos. 

ES UN PLANTEL VIEJO

River patalea en el cortoplacismo. Apuesta todas sus fichas al impacto inmediato mientras se desprende de las joyas de inferiores. El promedio de edad del plantel es ridículamente alto para ser aprobado como proyecto sustentable. Las lesiones recurrentes, y las agujas del reloj desgastando el rendimiento, edifican un combo netamente perjudicial para la estructura. Se pueden tener 4 o 5 veteranos en el plantel (y hasta a veces es saludable para los intangibles como la experiencia y el vestuario), pero… ¿Cómo no se va a notar el cansancio, emerger las lesiones o surgir la necesidad de rotar si la historia clínica de los futbolistas entre la edad, la falta de continuidad y el nivel de juego es tan esclarecedora?

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De los 30 jugadores que hoy pueden ser considerados como fijos en el plantel profesional (sumando a Subiabre, que a fin de 2024 bajó a Reserva), 16 tienen 30 años o más. Sí, más del 50%: Armani (38), Ledesma (32), Funes Mori (33 -cumple 34 en marzo-), Pezzella (33 -cumple 34 en junio-), González Pirez (32 -cumple 33 este mes-), Paulo Díaz (30), Casco (36 -cumple 37 en abril-), Acuña (33), Kranevitter (31 -cumple 32 en mayo-), Lanzini (cumplirá 32 el sábado), “Pity” Martínez (31), Enzo Pérez (cumplirá 39 este mes), “Nacho” Fernández (35), Aliendro (cumplirá 34 el domingo), Meza (32) y Borja (32).

Por si fuera poco, hay varios tocando el timbre de los 30: Matías Rojas (los cumplirá en noviembre), Driussi (29), Bustos (cumplirá 29 en abril), Martínez Quarta (cumplirá 29 en mayo) y Montiel (28). Los futbolistas más jóvenes que suele presentar River en el equipo titular son Facundo Colidio y Giuliano Galoppo: ambos tienen 25 años. Se repite para que ancle el contexto: los jugadores más jóvenes del 11 inicial tienen 25 años… Y en un fútbol cuya tendencia es a contramano de este patrón institucional.

Otro que sopló 25 velitas es Gattoni, un futbolista que está en el subsuelo en la consideración del DT. El promedio lo bajan Tapia y Simón, con 22 años. Los juveniles de la nómina son Mastantuono (17; hoy el único con minutos en Primera que puede representar una venta fabulosa), Ruberto (19; lesionado y con pocos minutos con Gallardo antes de su experiencia en el Sub 20), Subiabre (con el mencionado retroceso a Reserva al cierre de la temporada anterior) y Lavagnino (el tercer arquero).

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EL RITMO DEL JUEGO

River es un equipo a destiempo de lo que le sugiere el partido. No cambia de ritmo, no tiene acelaración con criterio. Juega al pie o tira pelotazos sin sentido. No existe movimiento para una pared y desmarque, para arrastrar marcas y fabricar pasillos, para engañar a partir de la asociación y crear supremacía en diferentes sectores del campo. La excusa del bloque bajo del rival es cada vez más endeble. Mucho envoltorio, mucho envase, poco contenido.

Transcurrían apenas un par de minutos y ambos centrales ya habían descorchado el pelotazo a cualquier lado. Más que saltar líneas por el dispositivo rival, era un llamado a la solidaridad por la falta de juego de los mediocampistas propios. La versión de Godoy Cruz que aterrizó en el cotejo de anoche es limitadísima por recursos, resorte anímico y contexto. Su DT hace equilibrio sobre la continuidad, sus mejores valores forman parte del club de la nostalgia y sus números son delgados como un hilo: todavía no convirtió en el torneo.

River tuvo otra noche bastante floja desde el juego en Mendoza y empató con Godoy Cruz.

River tuvo otra noche bastante floja desde el juego en Mendoza y empató con Godoy Cruz.

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Driussi puede ser un enganche falso a la free lance. Cada tanto, de emergencia dentro de determinado contexto, pero cuando ese escenario se presenta, Sebastián debe estar abrigado, nutrido de herramientas y compañeros con características que lo potencien. Si él va a asumir ese rol, los mediocampistas tienen que construir en fase inicial y pisar el área ¿Cómo iba eso a suceder si el grupo soporte estaba conformado por Simón, Kranevitter y Galoppo, el que mejor lo puede hacer, incómodo sobre la izquierda?

Enzo Pérez, en el umbral de los 40 años, mantiene su poder de síntesis a la hora de administrar la pelota, pero su físico no es una batería recargable por USB. Bustos es un futbolista dinámico, pero no es inteligente. No interpreta los tiempos a la hora de escalar. Cuando tiene espacio, trepa en cámara lenta. Cuando se produce el embudo porque un punta se tira a esa zona, el ex Independiente pretende fijar. Son muy pocas las veces en las cuales su lectura es la correcta. Y mejor no hablemos de su comportamiento defensivo. Ayer, coqueteó con la roja por una patada sin criterio por el lugar del campo y por la posición del rival. Se arrojó con vehemencia digna de talar un árbol. Insólito.

Lanzini entiende que todo es aceleración. Y, en el fútbol, la verdadera diferencia en la velocidad la patentan el cambio de ritmo (que también lo puede dar la pausa para que llegue un compañero) y la sorpresa. Hay más: ¿Cuánto tiempo (sí, esa palabrita otra vez) acumula River sin ofrecer jugadas de pizarrón? No solo eso: en la formación inicial de anoche no había un solo jugador con condiciones naturales para representar un peligro en la pelota parada, ni para ejecutar directamente, ni para asistir. Ese también fue un error en el armado del rompecabezas. Imposible completarlo sin faltan piezas.

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Seguimos con el tiempo como referencia. Kranevitter es un mediocampista central de molde antiguo. Ofrece muy poco para lo que demanda el fútbol moderno. Ya no sirve con adueñarse de una quintita y sumarle simpleza y no aportar en otras facetas. Dos reflexiones más sobre el esquema y las intenciones del River que vagó por Mendoza: el 11 inicial no tuvo zurdos. Los perfiles son una vitamina para aplicarle el tiempo de resolución correspondiente a cada jugada, especialmente en el mediocampo. No hay que subestimarlos. River siempre perdía un instante, más allá de la condición de ambidiestro de Casco. No tenía un zurdo para desbordar por esa banda, ni lo ofrecía a perfil invertido para engañar con el lateral por el otro sector y promover a un pase filtrado a los puntas o a un remate de media distancia.

Y Borja… Qué decir de Borja. Su sequía es tan indiscutible como sus razones para quejarse. Y, en realidad, el saldo en un juicio le daría a favor al colombiano, sin librarlo de responsabilidades, claro está. A Borja se lo puede condenar definitivamente si el conjunto le suministra chances de gol y él falla reiteradamente. Ocasiones de convertir netas, no de esas en las que es más fácil atrapar un dedal en el subte a hora pico. Hoy por hoy, pareciera que el colombiano juega con calzador, forzado, incómodo. Es lógico que el hincha se fastidie, pero ¿cuánto hace River para que Borja se destape?

RIVER PIERDE TIEMPO EN EL MERCADO

Aclaración necesaria: nadie está solicitando que se rescindan contratos. No desde esta columna. Sí que esos vínculos no sean exageradamente largos. Sí que se ajusten a expectativas lógicas y a lo que reza el sentido común de los calendarios. De lo contrario, se crea un cuello de botella como el actual, con un plantel numeroso, que no es lo mismo que profundo, porque cantidad no es el equivalente de calidad. Y eso incide en el mercado. Y, a la larga, en la economía del club.

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Estacionemos en el mediocampo y hagamos un repaso, caso por caso, para entender las razones por las cuales River necesita de un mediocampista creativo y con gol.

“Nacho” Fernández: tiene 35 años. Jugó apenas 26 minutos en el torneo. Última vez como titular: ida contra Atlético Mineiro. No ve minutos ni con las lesiones, ni con el bajo nivel de sus compañeros, aún cuando, por características y en un plazo de acción reducido, pudiera aportar más que ellos, especialmente en la construcción de juego. Desde el citado partido por Libertadores, sumó apenas 86 minutos oficiales. Sí, menos de un encuentro. No completa un cotejo desde la revancha contra Colo Colo, el 25 de septiembre. Convirtió apenas un gol en los últimos 42 partidos en los cuales participó y 3 en  los últimos 70. 

Simón: su foja de servicios da cuenta de apenas 6 goles en 133 partidos con la camiseta de River. Es un escalofriante (para mal), 0,04 de promedio. Está entre las peores marcas para jugadores con su cantidad de minutos en los últimos años de nuestro fútbol. Va a cumplir 23 años en junio ¿Alguien recuerda a un producto de la casa, con casi 150 apariciones en Primera, a quien nadie lo venga a buscar? La respuesta desnuda el problema. A River le han surgido propuestas hasta por Paradela o Palavecino, que se destacan en México, pero Simón permanece en River. Lo cierto es que la esperanza que tuvimos varios en él es eso, una esperanza que tiene cada vez menos sustento porque pasa el tiempo y Simón no desbloquea niveles. Como subrayamos en la columna anterior, no podemos quedarnos con un ratito cada tanto.

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Aliendro: cumplirá 34 años el domingo. Lleva un gol en sus últimas 56 participaciones. Apenas 4 en sus 95 partidos en River, una excursión plagada de lesiones. No juega un cotejo completo desde el cruce contra Nacional en mayo de 2024. Registra apenas 3 encuentros sin salir desde agosto de 2023.

Lanzini: apenas un gol en 49 participaciones desde su regreso a River. Múltiples lesiones. Apenas 5 cotejos completos desde su vuelta. De los últimos 61 partidos que estuvo disponible para West Ham, fue titular en 17, ingresó en 12 (que en minutos no llegaron a 3 partidos) y fue suplente y no ingresó en 32. En ese tramo, facturó apenas 2 goles. 

Enzo Pérez: no le vamos a pedir goles, pero su falta de vínculo con el grito sagrado potencia el déficit crónico de esa estructura del campo, ya que hay volantes centrales que los aportan vía juego aéreo, por ejemplo. Se cita al mendocino por un déficit general, no particular. Lleva 151 partidos sin autografiar la red: el último fue contra Sarmiento, en agosto de 2021.

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Kranevitter: situación similar a la de Enzo. Matías marcó apenas un gol en una carrera de casi 340 partidos. Completó apenas 2 cotejos desde el 1 de enero de 2024. Cuenta con apenas 7 encuentros sin salir desde el 1 de enero de 2023. Del centenar de partidos desde su regreso, en 41 fue al banco de suplentes y no entró en acción.

Galoppo: si bien el promedio de gol en su trayectoria es interesante, firmó apenas uno en sus últimas 33 participaciones, que es el total de partidos en los cuales jugó desde abril de 2023. Acarrea un par de lesiones de rodilla y solo 3 partidos completos desde 2023. Desde julio a diciembre de 2024, antes de llegar a River, disputó apenas 64 minutos en Sao Paulo. Sí, menos de un partido.

“Pity” Martínez: 18 goles en sus últimos 100 partidos. Sería la máxima ilusión, pero esa es la cantidad de encuentros en los cuales participó desde… agosto de 2019. Las lesiones de rodilla lo han patoteado en las últimas temporadas. No juega un cotejo oficial completo desde el 17 de marzo de 2022, hace casi 3 años. Registra apenas 22 encuentros sin salir desde agosto de 2019. En níngún partido, desde que volvió a River, jugó más de 45 minutos. En minutos, no llega a 5 partidos completos. Aún así, produce más en goles (2) y pases gol que muchos de sus compañeros.

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Rojas: otro con una cuota de gol más que interesante: 12 en los últimos 31 partidos, pero esa cantidad de encuentros fue la que disputó desde enero de 2024. River es su tercer club desde entonces (Corinthians e Inter Miami). Solo completó 3 de esos 31 cotejos y acumula 6 lesiones diferentes en ese tramo.

Acuña: hoy lateral, pero puede ser utilizado como mediocampista. Carga con 13 lesiones diferentes desde diciembre de 2021. Facturó apenas 2 goles en sus últimos 75 partidos oficiales a nivel clubes.

Mastantuono: 2 goles en 40 participaciones. No le podemos exigir erigirse en la solución a todos los problemas a un pibe de 17 años. Con Gallardo, fue titular en apenas 5 de 19 partidos. En 5, ni siquiera ingresó. En los últimos 10 en los cuales estuvo disponible, fue de arranque solamente en uno. 

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Gallardo sostuvo en una de las últimas conferencias que la creatividad forma parte del colectivo. Anoche, declaró que al equipo le falta creatividad. Esa suerte de zigzag, desde mi punto de vista, solo evidencia la falencia. El funcionamiento es lo que está respaldado por los entrenamientos. La creatividad, la imaginación, el talento, no. Y está claro que, ante la pregunta reiterada de los colegas, “Napoleón” no iba a exponer a sus soldados. Lo cierto es que la gambeta de Ortega, el pase que nadie ve de “Juanfer”, la picardía de Aimar, no son ingredientes que se compran en el supermercado o se fabrican durante la semana en un par de prácticas, sino que son parte indivisible del ADN de los futbolistas. A veces, no alcanza, porque, valga la redundancia, el Padre Tiempo alcanza. Y tampoco es saludable que convivan en una zona del campo 4 jugadores mayores de 30 años como pasó ayer. El talento es socio de la creatividad. Y ayer River salió a la cancha sin futbolistas creativos.

El mercado, abierto hasta marzo, le sigue brindando a River varias posibilidades para tapar huecos. No va a conseguir un as de espadas (que hoy no lo tiene en el plantel), pero al menos va a variar el menú de cartas marcadas que los rivales conocen de memoria. Un lateral por izquierda, un volante central, un creativo, un delantero por afuera o un 9 de área que compita con Borja serían bienvenidos como un container de refrescos en el desierto. Ojalá no lo desperdicie, porque ese tiempo también se está agotando.

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