Pasaron 190 días desde aquel 8-0 frente a Binacional que ya suena tan lejano. Pasaron cosas en esos más de seis meses de ausencia de River en las canchas. Nos tuvimos que acostumbrar a un nuevo mundo y en esa realidad que todavía transitamos llegó la hora de volver a ver al equipo de Marcelo Gallardo. Al fin, por suerte. Por televisión, como ya pasó en la última presentación. No nos queda otra opción.
El partido frente a San Pablo es recién la tercera fecha de la fase de grupos, pero se presenta ya como un cruce que puede resultar decisivo. Y River llega con apenas unos pocos entrenamientos y un par de prácticas de fútbol encima. Más allá de los por qué, lo cierto es que tuvo poco tiempo de preparación y ni siquiera pudo disputar un amistoso para aceitar el funcionamiento del equipo. Lo que se vea en la cancha será una sorpresa para todos. Una realidad muy diferente a la de los brasileños que llegan con mucha más competencia local: ya jugaron 13 partidos desde que retomaron la actividad.
Encima, en estos 190 días, el plantel perdió dos piezas importantes: Ignacio Scocco y Juan Fernando Quintero, que si bien no eran titulares, sí eran futbolistas que le daba un recambio destacado al equipo. A eso hay que sumarle que no trajo refuerzos (apenas se reincorporó Jorge Moreira, quien volvió de su paso a préstamo por la MLS) y que para este encuentro también sufre las bajas Casco (afectado por el coronavirus) y Pratto (recuperándose de una distensión). Si quisiéramos seguir cargando la balanza del lado negativo se podría mencionar la estadística que marca que River nunca le pudo ganar a San Pablo en Brasil.
Sin embargo, elegimos creer. Porque en el banco de suplentes sigue el hombre que hace que todos los hinchas de River siempre tengan la fe intacta. Marcelo Gallardo es el principal sostén para River, más en este momento. También, claro, un equipo que ya ha dado muchas muestras de que las difíciles lo agrandan y las adversidades son su motor de motivación para superarlas. El escenario que se presenta hoy parece difícil, pero tampoco hay que pensar que es imposible.
Es River.
El River de Gallardo.
En vos confío.