Los dos penales que no terminaron en gol fueron las únicas falencias de River en la inolvidable goleada 8-0 sobre Binacional. Es para recalcar ese par de acciones porque el equipo tuvo un partido cercano a la perfección. Mostró un abanico enorme de variantes ofensivas, incluyendo diversidad de goleadores. Así logró recuperarse luego del comienzo negativo en Ecuador y del golpe que fue no haber obtenido el título de la Superliga.

No hubo equivalencias entre un equipo y otro al punto tal de que cuesta comprender que formen parte de un mismo grupo en la Copa Libertadores. Mientras River ofreció una versión de alto vuelo futbolístico, Binacional contribuyó a través de un montón de facilidades e ingenuidades. A excepción de que haya sido una pésimanoche para el equipo peruano, su triunfo 2-1 frente al Sao Paulo invita a reflexionar cuánta influencia pueden tener los 3.824 metros sobre el nivel del mar que hay en Juliaca.

Lo concreto es que River aplastó a Binacional. Más allá del penal que Raúl Fernández -evitó un resultado con dos dígitos- le atajó a Nicolás De La Cruz y el remate de Ignacio Fernández en el travesaño, la diferencia fue abismal. Nacho y Matías Suárez tuvieron una actuación brillante. El volante anotó dos goles, fue víctima de una falta dentro del área y dio dos asistencias, mientras que el delantero señaló un tanto, causó una falta de pena máxima y dio dos pases que sirvieron para ampliar la cuenta.

Más allá de las menciones individuales para ambas figuras, River exhibió un nivel muy interesante a nivel colectivo e individual. Sólido en defensa, inteligente en el medio campo y letal arriba pese a que no tuvo suficiente contundencia al principio, ofreció un repertorio vistoso en materia de recursos. Pero su mayor virtud fue estirar al fondo visitante, generarle espacios a través de la movilidad y circulación veloz del balón para desarmar un 5-3-2 tan compacto como frágil.

Milton Casco, Rafael Borré, el ingresado Jorge Carrascal, Nacho Fernández (2), Robert Rojas y Paulo Díaz grabaron sus nombres en un 8-0 que ocupa el segundo puesto entre las goleadas de River a nivel internacional, a la par de la victoria sobre Jorge Wilstermann y apenas detrás del 9-0 ante Universitario de La Paz, hace 50 años. En este caso los méritos llegan acompañados de una gran recuperación anímica luego de perder la Superliga y sin contar con el respaldo de los hinchas en el estadio Monumental. El equipo está de pie y con el deseo de seguir siendo protagonista en cada competencia que le toque afrontar.