Ni bien terminó el partido en Bolivia sentí que estaba agonizando, con un nudo en la garganta que hacía eco en cada rincón del cuerpo. No podía entender ni aceptar todo el cúmulo de desgracias y de injusticias por las que habíamos pasado en esos 90 minutos. Quienes me conocen saben que peco casi siempre de pesimista cuando de fútbol se trata, y más en una situación tan desfavorable. Pero esta vez fue diferente.
El primero que me devolvió parte del alma al cuerpo fue el Muñeco. ¿Quién más podría ser? En otra conferencia que quedará para la historia volvió a meternos en la pelea con el poder de sus convicciones, y reabrió una puerta a la ilusión de saber que teníamos las armas para superar la batalla. Igual que lo hizo en México en el 2015, cuando dijo que había visto una buena señal después de aquellos dos goles de Mora, mientras River dependía de 500 milagros matemáticos para clasificar a octavos.
El viernes pasado salí a la calle con la frente en alto y la campera infaltable de River. Y ahí empezó la segunda parte de mi motivación suprema. En un ejercicio absolutamente maravilloso y recomendable para la confianza y la autoestima, me crucé con varios hinchas que me veían el escudo y tiraban una frase con aroma a remontada, o simplemente cruzaban una mirada cómplice llena de buena energía. Por supuesto me obligué a repetir el esquema cada día hasta que llegue el partido de vuelta, y hora tras hora me contagié de una esperanza sincera, que se alejaba de lo irreal y se sentía bien concreta y transparente. Sabiendo de las dificultades y sin menospreciar a nadie, juro que nunca en mis 30 años tuve la sensación tan latente de que algo tan complicado podía darse. “¿Sos vos? Nunca te vi así, es la primera vez que cambiamos los roles y vos me tranquilizás a mí en una parada brava”, me confesó uno de mis grandes amigos de la vida y de la cancha.
Obviamente ni por asomo imaginé semejante diferencia de goles, avalada por una demostración de autoridad majestuosa. Lo que se vivió en el Monumental fue de ensueño. Un contagio avasallante. Una prueba superada de carácter y de grandeza que no se puede describir con ninguna palabra de ningún diccionario. Fue el cierre perfecto para una historia que convirtió cada gota de sufrimiento en enormes cataratas de placer. Y encima para coronar el cuento de hadas era el cumpleaños de un tal Fernando Cavenaghi, otro gran detalle que me hizo creer que un 21 de septiembre nada malo podía pasarnos.
Gracias Marcelo Gallardo. Por ser el padre de la criatura de un River que en tu cerebro siempre se reinventa para bien y supera adversidades como nadie, y por ser el protagonista de tantas emociones inolvidables que voy archivando en mi corazón para reproducirlas ante futuros hijos y nietos. Gracias a los jugadores. Por entender el mensaje del técnico a la perfección, y por sostener con enorme fútbol y actitud la ilusión de todos nosotros. También debo agradecerle a Paolo, el mozo de la pizzería que está a la vuelta de mi laburo, que el martes me dijo con una tranquilidad y una seguridad asombrosa que íbamos a meterles 8. Hoy voy a ir a darte un abrazo como habíamos quedado si lo dábamos vuelta. Y gracias a los hinchas de otros equipos que se juntaron a comer unas empanadas en alguna casa creyendo que iban a saborear nuestra eliminación, y terminaron otra vez atragantados hasta la médula. Pero tranquilos, aunque no jueguen la copa por lo menos tienen el aliciente que nuestros rivales van a entrenar a su estadio mítico que tanta buena suerte les trae. No dejen de invitarlos, porque a River le va fenómeno cada vez que eso pasa.
Hemos vivido una semana que recordaremos para toda la vida, y que a cada uno nos quedará marcada para siempre. “Ahora que venga el que sea”, dijo alguna vez el filósofo Marcelo Daniel. Y el que venga sabe que deberá clavarnos mil puñales más de los que imagina para poder derribar éste nuevo sueño de gloria que perseguimos más unidos que nunca, y que nos desvela cada noche y nos esperanza cada mañana. Qué lindo es ser de River, por favor.
+ RÉCORD: Scocco igualó la mayor marca de goles en un partido.
+ GOLES: Los tantos en el Monumental.
+ FOTOS: Las imágenes de la revancha.
+ FIXTURE: Lo que sigue para River.