Si bien River podría haber marcado varios goles más, tuvo un poco de ineficacia y chocó con las manos de Domínguez. Ganó 2-0 sobre Liga Deportiva Universitaria de Quito y viajará a Ecuador sabiendo que un tanto obligará a que su rival marque nada menos que cuatro.
Quedó la sensación de que un tercer grito hubiera sentenciado la serie, aunque la distancia en el marcador es buena, teniendo en cuenta el arco invicto como local siempre es clave cuando las conquistas de visitante pesan. Era posible sacar una diferencia superior. Hubo varias posibilidades para lograrlo. Es que River remató 19 veces, incluyendo ambos goles. Alexander Domínguez, que le rindió tributo a Agustín Orion en cada saque de arco, impidió que la pelota besara la red en nada menos que 10 de esos tiros, una cifra considerable.
Lo cierto es que el Millonario exhibió un rendimiento satisfactorio. Fue un monopolio del protagonismo. Además de la posesión permanente del balón, el nivel del equipo fue bastante parejo. Ninguno de los once iniciales desentonó -tan sólo el ingresado Gonzalo Martínez, de flojo desempeño-. Todos estuvieron comprometidos con la elaboración. El funcionamiento dejó un saldo positivo pensando en el corto plazo. Más allá del triunfo y los dos goles arriba en la serie, se vio una versión muy mejorada porque se generaron muchas situaciones (la pelota parada no está exenta del análisis) y el peligro sufrido fue demasiado exiguo.
Leonardo Pisculichi nuevamente cumplió una buena actuación y hasta salió ovacionado, en reconocimiento a lo que dio antes y hoy. Matías Kranevitter, unos metros atrás, fue eje junto con el enganche. Ambos le dieron un destino seguro a la pelota. River fue un equipo ancho y profundo. Los laterales se proyectaron para asociarse a los volantes e incluso los delanteros. La fórmula conformada por Rodrigo Mora y Lucas Alario funcionó. El uruguayo asistió al centrodelantero en el 1-0 y en el segundo tiempo señaló el 2-0 final.
¿Faltó contundencia? Depende de cómo se lo mire. De 19 tiros entraron apenas dos. Es insuficiente. Pero hubo 10 que exigieron en mayor o menor medida a Domínguez. Lo importante es que River sacó una diferencia que le permite pensar en marcar un tanto en la altura de Quito para desesperar a su adversario. Y consiguió esa diferencia sin sufrir. Marcelo Barovero tuvo cuatro intervenciones, pero apenas una con peligro, al anticiparse en un tiro libre. Fue tal el dominio que Trapito se dio el lujo de realizar una entrada en calor mientras sus compañeros se instalaban en campo rival. Una postal que resume la actuación de River, en su comienzo de la defensa por la Copa Sudamericana.
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