El Millonario apenas empató 1-1 frente a Chacarita, último en la tabla de promedios, y acumula cinco partidos oficiales sin triunfos. Pese a que mereció más, desperdició varias situaciones de gol y nuevamente quedó en deuda desde el punto de vista futbolístico. Lo mejor se vio con el ingreso de Quintero.

La victoria 2-0 sobre Olimpo fue un oasis en pleno desierto. River se olvidó de ganar, distribuye sus presentaciones entre empates y caídas. Le cuesta demasiado rematar al arco en cada primer tiempo, nunca se puede ir en ventaja al descanso para planificar la segunda parte en base a una circunstancia favorable. Y, como si fuera poco, tiene a su jugador más pensante fuera de los once iniciales, tal es el caso de Juan Fernando Quintero, el colombiano que le dio mayor agresividad al equipo en los metros finales. Aun así, su entrada tampoco alcanzó porque su compatriota Rafael Borré no pudo vulnerar a Pedro Fernández, el buen arquero que un Chacarita tan voluntarioso como limitado. Así es imposible conseguir los tres puntos, siempre sucede algo que deriva en otra frustración o un resultado que no logra colmar las expectativas de turno.

River no puede. Ganar parace una misión imposible partido tras partido. Cuando el rival es superior al rival, iguala; y cuando no, pierde. Suma pocos minutos de buen juego. Su deseo de tratar la pelota con criterio se estrella a la hora de buscar precisión, especialmente a medida que se aproxima al arco de enfrente. Tampoco el contexto acompaña porque si Hernán Mastrángelo hubiera sancionado penal del arquero visitante a Ignacio Scocco en el momento indicado, podría haberse modificado el rumbo del encuentro. Sin embargo, eso de ninguna manera justifica el pobre funcionamiento, más allá de los intérpretes elegidos para la ocasión. Si bien hubo una iniciativa marcada, con los laterales proyectándose y un Ignacio Fernández mejorado, el esfuerzo resultó insuficiente.

El esquema inicial para esta oportunidad fue un 4-1-3-2, con la línea de fondo natural -Milton Casco actuó como lateral derecho-, Bruno Zuculini en la función de volante defensivo y tres mediocampistas con más obligaciones ofensivas que de recuperación: Nicolás De La Cruz en la banda derecha, Nacho Fernández por el centro y, sorpresivamente, Camilo Mayada en el sector izquierdo. Aunque el balón fue manejado con prolijidad en la zona del círculo central, cada pase profundo se diluyó en la imprecisión. La primera parte se caracterizó por las pocos remates del Millonario: un cabezazo apenas desviado de Lucas Pratto, quien siempre exigió, y el gol de Scocco mediante un penal, tras una infracción de Hernán Petryk al mencionado De La Cruz. El 1-0 duró tan sólo tres minutos porque Nahuel Menéndez vulneró a Franco Armani para el 1-1.

Frente a un Chacarita ordenado, River jamás perdió la paciencia, pero careció de puntería en la media distancia, abusó en la búsqueda a través de centros cruzados -facilitando la tarea de los zagueros en varios momentos- y exhibió dificultades para descolocar al fondo del Funebrero. La entrada de Quintero brindó esperanzas porque el ex-Independiente Medellín puso un gran pase para Borré, dejó en un lugar de privilegio a Zuculini, halló solo a Mayada para un remate que impactó en el poste derecho y le dio un destino confiable a la pelota. Ni siquiera todo lo enumerado sirvió para ganar ni para que el colombiano se gane un lugar entre los once, un tema tan inexplicable como este River devaluado futbolísticamente y lejos de los puestos de clasificación a las copas internacionales para el año 2019. El Más Grande, cada vez más lejos.

+ GOLES: reviví los tantos de la igualdad.

+ JUGADOR X JUGADOR: los puntajes de River en el empate ante Chacarita.

+ NÚMEROS ALARMANTES: por esta situación, River está en crisis.