River no supo qué hacer. Nunca pudo pisar el área con comodidad. Jamás encontró la manera de vulnerar a través del juego el acertijo táctico de Gremio. Podría haber empatado sin goles, un resultado que no hubiera sido malo, pero perdió 1-0 porque un tiro de esquina desde la izquierda ejecutado por Alisson sirvió para que Michel, de cabeza, pudiera doblegar a Franco Armani luego de superar la marca de Exequiel Palacios. Ese golpe, a los 16 minutos del segundo tiempo, puso en ventaja en la serie al equipo brasileño, aunque las esperanzas deben seguir intactas porque Marcelo Gallardo es capaz de hallar la solución para igualar el marcador y repetir la histórica hazaña que tuvo en Brasil hace tres años.
Sin embargo, River necesita un salto futbolístico en relación a lo sucedido esta noche. Debe tener variantes colectivas e individuales. La presión, el empuje de siempre cuando no alcanza mediante la elaboración y el alto rendimiento físico no fueron suficientes ante un adversario que es el vigente campeón de América y demostró por qué continúa siendo un gran candidato al título: es ordenado, sólido, posee buenas condiciones técnicas, sabe qué quiere y hasta se dio el lujo de ganar en el Monumental sin Luan ni Everton -suman ocho goles en la actual Copa Libertadores-, sus principales figuras ofensivas.
¿En qué falló el Millonario? Estuvo impreciso, sin lucidez para crear espacios, para descolocar a un rival que siempre eligió dónde achicar espacios, dónde moverse para evitar que Juan Fernando Quintero y Palacios pudieran filtrar un pase. El 4-1-4-1 que dispuso Renato Portaluppi, popularmente conocido como Renato Gaúcho, fue compacto, extremadamente diseñado agruparse, recuperar la pelota e impedir que River se sintiera cómodo.
Tan sólo dos recursos otorgaron la ilusión de romper la resistencia de Gremio: las acciones de pelota parada -Jonatan Maidana cabeceó dos veces, una de ellas apenas desviada- y el remate de media distancia, arma con la que Palacios y Quintero inquietaron a Marcelo Grohe, el excelente arquero visitante. Los cambios tampoco ofrecieron respuestas. Lucas Pratto exigió un poco más que Ignacio Scocco, pero sin que inclinara la balanza.
La principal falencia de River fue la ausencia de desequilibrio individual para romper la organización de Gremio y abrir espacios gracias a esa cualidad. Ahora, 0-1 en la semifinal, el Millonario tendrá que buscar la forma de lastimar si se repite el planteo brasileño o deberá ser certero en caso de que el local asuma un protagonismo con otra ambición. La ilusión permanece latente. Gallardo sabe cómo romper esquemas. Entiende cómo jugar la Libertadores. La ganó como jugador y como técnico. Registra una hazaña en Brasil y ahora va por otra.