Fue un partidazo, sin dudas. Para verlo como un neutral, ideal. Con goles, con remates en los palos, con pierna fuerte, con discusiones, rojas y mucha emoción. River y Boca brindaron un gran espectáculo en el superclásico que se jugó en la Bombonera. Fue un 2-2 que dejó para la última fecha la definición del finalista que saldrá del Grupo A de la Copa Diego Maradona. ¿Mereció más River? Sí por lo que hizo de la mitad de la cancha para adelante. No tanto por el funcionamiento de la defensa.
Después de una semana a puro misterio, que se extendió hasta un rato antes del partido, Marcelo Gallardo decidió poner mayoría de titulares para visitar a Boca. Y lo que se guardó de entrada, lo puso en el segundo tiempo. El Muñeco apostó a ganador y estuvo cerca de meter un pleno. Fue empate y River no lo festeja porque se fue de la Bombonera con la sensación de que debía ganar y que lo justificó en la cancha. Dominó a su rival, pero le faltaba la contundencia en el área. La encontró en una ráfaga cuando ya tenía un hombre más en la cancha por la expulsión de Campuzzano.
El 2-1 fue una expulsión de felicidad para River, pero lamentablemente duró poco. Enzo Pérez, ya amonestado, cometió una falta que le costó la segunda amarilla y quedaron 10 contra 10. Ahí fue cuando Boca aprovechó y en una combinación entre Tevez y Villa llegó el empate definitivo. Estuvo cerca El Más Grande de festejar una victoria en la Bombonera, pero no pudo ser. Queda el orgullo de que el equipo fue fiel a sus convicciones, las de ser protagonista y atacar siempre. Nada de meterse atrás y hacer tiempo. Eso queda para otros.
Ahora es hora de poner la cabeza 100% en la Copa Libertadores. El martes será el partido de ida de las semifinales frente a Palmeiras y los jugadores deberán descansar y recuperarse rápido del desgaste de un superclásico intenso. Ahí está el gran desafío de River y otra vez será hora de demostrar que este equipo no se conforma con empates, que va al frente siempre, apuesta a ganador.