Para mí hablar de Francescoli siempre será hablar de palabras mayores, y de sentimientos inolvidables que se emparentan con muchos de los sucesos más felices de mi vida. Fui a su despedida en el Monumental, y todavía los recuerdos me erizan la piel como en aquella jornada. Hasta de chico en varias ocasiones iba a comprarme un chicle antes de jugar a la pelota, para masticarlo durante el partido como hacía él. Es un ídolo absoluto, como futbolista y como ser humano, porque no vas a encontrar una voz que hable mal de su persona.

Su llegada como mánager hace tres años me había entusiasmado mucho. Aunque no pasa tan seguido, me encanta cuando lo veo en los entrenamientos charlando con el DT o los futbolistas, seguramente contagiando con su sola presencia un aroma indescriptible de admiración, sabiduría y respeto. Y nunca voy a dejar de reconocer su enorme influencia para que, ni más ni menos, hombres como Marcelo Gallardo y Lucas Alario hoy caminen los pasillos de River. Él tenía apuntalado en su mente al Muñeco desde siempre, y haberlo elegido como técnico fue una decisión que cambió nuestras vidas, y enriqueció aún más las páginas del club.

Pero creo que sería muy injusto con mis convicciones sobre determinadas situaciones, y también con mi sentimiento como hincha, si caigo en la ceguera y en la hipocresía de que esa idolatría me niegue a decir que hay ciertas frases, procederes y/o actitudes suyas que no me gustaron y me provocaron incomodidad. Sobre todo en este mercado de pases, que ha sido muy complicado de transitar, y donde creo que necesitábamos una presencia mucho más contundente de un hombre tan importante como él en ese cargo.

¿Ejemplos? En plena novela de Montoya, escucharlo decir en una entrevista radial que no estaba al tanto de los detalles de la negociación, ya que él en ningún momento la llevó adelante ni se reunió con alguna de las partes. Algo similar pasó con los casos de Rigoni y Enzo Pérez, con los que tampoco se comunicó, por lo menos para escuchar esa campana y tratar de interiorizarse en el deseo del futbolista y las posibilidades concretas. O que haya dicho que el Chori necesita mostrar un guiño si quiere venir, en lugar de levantar un teléfono y demostrarle que el club le abre las puertas con ese entusiasmo que él mismo asegura. O que afirme en otro micrófono que River no está obligado a reforzarse, cuando no llegó nadie que pueda reemplazar por lo menos gran parte de la jerarquía que se fue con D´Alessandro, o cuando uno ve que hay más de un puesto que pide a gritos aunque sea un recambio confiable. O sentir que deberá cargar en sus espaldas su cuota de responsabilidad por toda la excesiva plata invertida en Lollo y Larrondo, no porque sean malos jugadores, sino por las condiciones en las que llegaron. Entre otras varias cosas.

Con todo respeto, ídolo del alma. Me gustaría que muestres otra actitud e injerencia ante determinadas situaciones. Me resultaron muy chocantes varios de tus dichos y decisiones. Y creo que River, a medida que pasan los mercados de pases, tiene nombre por nombre un plantel cada vez más devaluado en cuanto a calidad y cotización de sus futbolistas. Y me parece que sos gran responsable de todo eso. Si te pagan poco o mucho por tu trabajo corre por parte de la dirigencia, y es harina de otro costal respecto a lo que quiero expresar en esta columna.

Lo que fuiste como futbolista y las alegrías que me diste nunca serán olvidadas, pero creo que es momento de reflexión, de parar un poco la pelota y de que algunas políticas y procederes empiecen a cambiar de una vez por todas. Un monstruo como River obliga a revalidar el trabajo día a día, y a que las demandas sean cada vez más grandes. Vos lo sabés mejor que nadie, uruguayo querido.

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