A fuerza de tantos de calidad e importancia, el delantero procedente de Colón ya se ganó el cariño de los hinchas e ilusiona a todos en el mundo River.

Veintiún partidos necesitó para hacer su primer gol oficial en Colón. Tuvo que patear un penal como local frente a Tigre, a los tres minutos del primer tiempo. Ocurrió 21 de marzo de 2014. A partir de ahí, Lucas Alario comenzó una estrecha relación con el grito universal que no requiere traducción. Newell’s y Olimpo lo sufrieron en la máxima categoría, mientras que en la B Nacional vulneró a Nueva Chicago, Aldosivi -ambos, por duplicado-, Instituto y Boca Unidos. En su regreso a Primera, Atlético de Rafaela y Defensa y Justicia, en este caso con dos conquistas, padecieron al delantero nacido en Tostado, Santa Fe.

River, en silencio, empezó a seguir a este atacante que el Sabalero promovió el 11 de junio de 2011. Solicitado por Marcelo Gallardo, llegó a cambio de $ 10.908.000 por el 30% del pase. Mirado de reojo por la mayoría de los hinchas, a raíz de su bajo promedio de gol (12 tantos en 60 presentaciones oficiales) y características sin demasiada mención mediática, sorprendió a todos con una definición inolvidable en Asunción, donde el Millonario la pasaba. Cuando iban 33 minutos de la segunda etapa, aprovechó un pase brillante del uruguayo Tabaré Viudez para resolver por arriba. Golazo y delirio absoluto.

Siete días antes, es decir el martes 14 de julio, en su estreno con el manto sagrado, Alario dio dos asistencias en el partido de ida. “¿Te animás a ser el 9 de River?” le consultó el Muñeco, durante la antesala a la primera semifinal. Sereno, pero con una personalidad enorme, le respondió “para eso me trajeron”, según averiguó La Página Millonaria. Entonces, entre ambos compromisos, despertó el entusiasmo. Sin embargo, pase lo que pase en el futuro, el miércoles 5 de agosto marcó un quiebre favorable. Concluía el primer tiempo, difícil, luchado, en el momento que cabeceó mediante un movimiento excelente. El centro de Leonel Vangioni finalizaba en un alarido Monumental.

Luego de aquella conquista para abrir el camino hacia la vuelta olímpica más deseada, Alario tuvo una “sequía” de 32 días hasta que en Mataderos demostró que Chicago y el arquero Nicolás Tauber son sus víctimas preferidas. Con unos recursos maravillosos señaló el primer hat-trick de su carrera. Maniobra a lo Ronaldinho, resolución de goleador nato y derechazo fulminante. Tres variantes para este delantero cuyos tantos se distribuyen así: dos de penal, cuatro de cabeza y 11 de jugada, apenas uno de ellos a través de la zurda. ¿Su zona favorita? Incluyendo los 12 pasos, 11 gritos fueron en el área grande, mientras que tres lo hallaron en la menor y otros tres fueron desde afuera. Una variedad interesante para un punta que pasó de incógnita a nuevo artillero del Más Grande.

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