El sentimiento que me invade tras el partido es una mezcla fuerte de decepción con enojo. Es sentarme a escribir esta columna totalmente contrariado y desconcertado por lo que vi de un River apático que fue superado física, futbolistica y estratégicamente por Atlético Mineiro. Jamás imaginábamos una actuación así. No estamos acostumbrados a vivir noches como estas. Y no es que no aceptemos una derrota. Lo que decepciona y enoja es la manera y las formas. River no dió la talla en una semifinal de Copa Libertadores y eso no puede pasar. Y cuesta entender mucho más, que suceda en un equipo comandado por Marcelo Gallardo.
No fue un River de Gallardo
Duele decirlo pero es la realidad de lo que observamos en Belo Horizonte. Faltaron todos esos atributos que suelen tener los equipos del Muñeco en esta competencia y especialmente en los tramos finales. River fue un equipo ingenuo, liviano, sin espíritu, ni juego. Carente de inteligencia y oficio para controlar los tiempos en un partido de trámite adverso. Le hicieron dos goles en apenas 4 minutos y uno de ellos tras un saque lateral y sin marcar a los rivales. Imperdonable.
Ese lapso prácticamente sentenció la serie. Del 0-1 paso al 0-3 en un abrir y cerrar de ojos. El desorden y el caos fue total. Un River confundido quedó al borde del K.O. sin poder mostrar un solo síntoma de reacción para, al menos, intentar acortar la diferencia. De hecho sucedió lo inverso. Parecía estar más cerca de recibir el cuarto gol que de anotar su primer tanto.
Cambios que no funcionaron
Nada salió bien en esta noche copera oscura como pocas en este último tiempo. El planteó fue extraño y la formación no convenció. Sacar a Matias Kranevitter para poner a Nicolas Fonseca fue una sorpresa que no funcionó. Mantener de titular a Nacho Fernández tiene lógica por su experiencia, pero no por su presente. Igualmente ninguno de ellos dos fueron los grandes culpables de este resultado negativo. Nadie se salva de lo que fue partido de rendimientos individuales aplazados. Hasta Germán Pezzella, quien es el mejor jugador que tiene River en actualidad, tuvo un rendimiento desconocido.
La defensa que venía siendo el punto más alto, donde se hacía fuerte y se sostenia el equipo, fue lo más flojo de la noche de Belo Horizonte. La decisión del DT de armar línea de tres y no de cinco terminó siendo un error ante tanto poderio ofensivo del rival. Tras el partido de Boca, Gallardo se cruzó con un periodista que le preguntó por la línea de 5, aclarando que eso no era así y que había sido de 3. La postura de River pareció diseñada para reafirmar aquel concepto del entrenador.
Fabricio Bustos y Enzo Diaz fueron volantes. Nunca ocuparon las posiciones de laterales. Eso provocó que River quede expuesto y debilitado en su última linea. Hulk y Deyverson encontraron espacios e hicieron lo que quisieron. Se sintieron muy cómodos durante los 90 minutos. No hubo manera de controlarlos. Uno por potencia y el otro por movilidad fueron una verdadera pesadilla para una defensa que varias veces quedó mano a mano y siempre se vio superada.
¿Qué hizo River en Brasil?
River se quedó a mitad de camino. No fue un equipo que salió a defenderse ni tampoco a buscar el arco contrario. No tuvo esa convicción necesaria para aferrarse a un estilo. Dudó entre fortalecer un esquema defensivo que le permita mantener el cero pensando en la revancha o apostar a tener la pelota, presionar y jugar en campo rival siendo un equipo con una postura ofensiva. No hizo ni una cosa ni la otra. Cuesta interpretar la idea y la estrategia.
Aprendimos en la última década que la Copa en instancias de mano a mano se juega diferente. Se suele pensar en 180 minutos. De visitante no se regala nada. Se juega metido y concentrado porque se sabe que es una competencia traicionera donde en una mala noche te podés quedar afuera. Esa mala noche sucedió y lo dejo a River al borde de una eliminación que puede ser muy dolorosa.
Soñar con una hazaña en el Monumental
Habrá que esperar e imaginar una noche heroica la semana que viene. Creer que el milagro es posible. Soñar con una genialidad más de esas que inventa la mente sabia de Gallardo para que podamos vivir lo que posiblemente se convertiría en la noche más epica de River en toda su historia de Copa Libertadores. En el último tiempo se han dado noches inolvidables pero es cierto que había un equipo integrado por otro nivel de jugadores. Hoy, aun con buenos elementos, esa jerarquía de plantel no existe. Ni tampoco el carácter y la personalidad. Enfrente hay un equipo serio, competitivo y muy bien trabajado. Deberían tener una actuación muy deslucida para perder por 4 goles.
La diferencia es tan amplia que se traslada al ánimo de la tribuna. Posiblemente se apague un poco ese entusiasmo previo y la energía que suele transmitir a propios y rivales el Estadio Monumental colmado en una noche de Copa. Atlético Mineiro logró desactivar con este resultado tan abultado esa presión tremenda que suele meter el público de River cuando el equipo juega de local. Es que sinceramente no hay mucho de donde agarrarse para ser positivos. Solo la grandeza de un Club respetado en todas las circunstancias, aún en las mas adversas.
El orgullo y amor propio de un grupo que deberá sentir la necesidad de modificar su pálida imagen y mostrar sed de revancha. El plus de tener a Gallardo en el banco sabiendo lo importante e influyente que suele ser aun equívocandose como en este choque de ida. Deberá ser el partido perfecto y no está muy claro si este equipo está capacitado para tenerlo. Somos River y habrá que demostrarlo. Pensamos siempre en grande. Hoy lo vemos sentenciado. En unos dias empezaremos a ser mas optimistas y el martes estaremos seguros de darlo vuelta. Así funciona la cabeza del hincha. Aprendimos que la esperanza nunca se pierde, aunque después de este durisimo 0-3 haya quedado bastante abollada y dañada.