Persiste la bronca en el mundo River y el sentimiento se repetirá por varios días hasta la semana próxima, cuando los dirigidos por Marcelo Gallardoafronten la revancha ante Atlético Mineiro en el Estadio Monumental, el martes 29 de octubre a las 21.30. Como pocas veces en el ciclo del Muñeco, el Millonario anoche dejó una imagen de equipo vencido y entregado en Belo Horizonte, algo imperdonable para el hincha.
Además de la falta de personalidad que mostraron los futbolistas y la mala lectura de Gallardo sobre el partido, River evidenció serias fallas en la generación de juego y también a la hora de defender a las figuras del conjunto brasileño. De hecho, el segundo gol de Mineiro llega tras una secuencia de 16 pases en donde el equipo de Nuñez jamás estuvo cerca de robar la pelota.
En un tramo del partido donde River ya había cambiado a todo el mediocampo y estaba por hacerlo con la delantera, Mineiro hizo lo que quizo con la pelota. La movió de lado a lado ante una tímida presión del Millonario, con los jugadores saliendo de a uno, de manera descoordinada y llegando siempre tarde a la marca.
Los movimientos ni siquiera alcanzaron para hacerle sombra al jugador brasileño que iba teniendo el balón. Al correr para todos lados (y de forma individual), siempre se generó un espacio que Mineiro aprovechó para acercarse al área de Armani y culminar la jugada con el zurdazo cruzado de Deyverson.
Los errores de River en el segundo gol de Atlético Mineiro
Un gol de lateral, la gota que rebalsó el vaso
No fue suficiente la pasividad de River en el segundo tanto de los locales y llegó el tercero por intermedio de Paulinho. Jugada que se originó tras un lateral desde el costado derecho en donde Mineiro movió rápido la pelota y dejó pagando a todos los centrales del Millonario, que estaban desatentos y mirando hacia otro lado.
Gabriel Milito aprovechó todas y cada una de las ventajas que River dio. El resultado, pese a que para muchos es abultado, se explica a partir no solo de los errores tácticos sino también de la postura: el Más Grande nunca salió a jugar “de igual a igual” el partido y quedó la sensación de que buscó refugiarse primero para luego, en base a lo que hiciera Mineiro, desplegar su juego ofensivo.