El clima le ganó protagonismo a River y Boca. Las lluvias y tormentas pusieron en jaque la realización de la final de la Copa Libertadores como consecuencia de las constantes condiciones adversas a nivel meteorológico. En ese contexto, la Conmebol tenía una postura definida: según averiguó La Página Millonaria, el deseo era jugar el encuentro sí o sí, excepto que la actividad eléctrica causara un riesgo mayor.

 

Desde temprano las lluvias y tormentas azotaron Buenos Aires. Es por eso que entró en riesgo la final prevista para las 17 horas, con arbitraje del chileno Roberto Tobar. Una posibilidad concreta era que el horario de inicio sea a las 19. De una manera u otra, la idea era que el compromiso pudiera empezar y, a lo sumo, suspenderlo.

Según el reglamento de la Conmebol para esta edición de la Copa Libertadores, en caso de suspensión con un partido empezado, la reanudación del mismo debe ser 24 horas después. Sin embargo, eso se puede modificar por una razón de fuerza mayor, tal es el caso de un pronóstico desfavorable en cuanto al clima.